Luxemburgo se encuentra de luto tras la trágica muerte del príncipe Frederik, quien falleció el pasado 7 de marzo a los 22 años debido a una rara enfermedad genética conocida como PolG, un trastorno mitocondrial que afecta a varios órganos del cuerpo. Su deceso ha conmocionado tanto al pueblo luxemburgués como a la realeza europea, dado que Frederik fue una figura muy apreciada por su cercanía y su trabajo en la concientización sobre enfermedades raras.

El príncipe, hijo menor del príncipe Robert de Luxemburgo y la princesa Julie de Nassau, fue diagnosticado con la enfermedad cuando tenía tan solo 14 años, lo que marcó un punto de inflexión en su vida. Desde ese momento, Frederik se comprometió profundamente con la causa de las enfermedades raras, dedicando sus esfuerzos a crear conciencia y a recaudar fondos para la investigación de trastornos mitocondriales como el que él padecía.

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A pesar de la severidad de su enfermedad, el príncipe Frederik nunca dejó que su condición definiera su vida. Con una actitud optimista y siempre rodeado de su familia, Frederik continuó adelante con su formación y su labor altruista. En 2019, fundó la Fundación PolG, con la cual buscaba ofrecer apoyo tanto emocional como financiero a otros afectados por trastornos mitocondriales. La fundación se convirtió en una plataforma clave para la divulgación y la investigación sobre estas enfermedades raras, y fue gracias a la valentía y determinación de Frederik que muchas personas en situaciones similares pudieron encontrar esperanza.

Según fuentes cercanas a la familia real, en sus últimos días de vida, Frederik recibió a sus familiares y amigos más cercanos en un emotivo encuentro. En una de las conversaciones más íntimas, preguntó a su padre si estaba orgulloso de él, una pregunta que reflejaba la profunda reflexión del joven sobre su legado y su lucha personal. La respuesta de su padre fue clara: “Siempre serás un héroe para nosotros, Frederik”. Este último acto de amor y reflexión marcó un cierre para un joven cuyo impacto va mucho más allá de su posición real.

A lo largo de su vida, el príncipe Frederik mostró un enfoque desenfadado y optimista frente a la vida, un rasgo que lo hizo muy querido entre sus allegados. Aunque sus años fueron pocos, su huella es profunda, y se recuerda con cariño por su capacidad de traer luz incluso en las circunstancias más oscuras. Su familia ha expresado que su legado no solo estará marcado por su conexión con la realeza, sino también por su lucha incansable en la defensa de los derechos de las personas afectadas por enfermedades raras.

El gobierno de Luxemburgo, así como diversas instituciones de salud, han emitido condolencias a la familia real, reconociendo el esfuerzo de Frederik por mejorar las vidas de los demás a través de su trabajo con la fundación y su visibilidad pública. La bandera del Gran Ducado de Luxemburgo ondeará a media asta durante los próximos días en honor a su memoria.

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