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En los mercados del país: ¡Se descomponen los alimentos!
En Riobamba, no los dejan vender sus productos debido al paro nacional y muchos se han podrido. En Quito, en cambio, los precios han subido. “Nadie quiere comprar”.
El Mercado Mayorista de Riobamba huele a podrido. Y al ingresar al establecimiento da tristeza ver lo que pasa. Los víveres que están en las estanterías se están descomponiendo. Manifestantes impiden el paso al sitio, ocasionando que nadie pueda consumir los productos.
El bloqueo lleva una semana. No hay cómo dejar o retirar mercadería. Para poder vender, los comerciantes, sin éxito, quisieron llegar a un acuerdo con los protestantes y donarles parte de los alimentos.
“Si nosotros perdemos, todos tienen que perder. Nada de condiciones, si quieren dar, todo de corazón... o nada”, manifestó Juan Guallan, dirigente indígena que lidera uno de los grupos en huelga.
Quienes apoyan el paro recorren el mercado insistiendo que nadie venda. Mientras tanto, cebolla, papas, arvejas y frutas se dañan. “Yo tengo fruta importada, 15.000 dólares perdidos, no es justo”, dijo una comerciante.
Las juntas de San Andrés e Ilapo, a través de un comunicado, advierten que no se dejará pasar nada, y lo que se encuentre debe ser incautado para los “luchadores de Quito”.
La capital sale con las justas
El precio de los huevos está por los cielos en la capital. Comerciantes del mercado de San Roque, en el centro de Quito, han optado por sacarlos de la lista, debido a su elevado precio debido al paro nacional. “Ningún cliente quiere comprar un producto tan caro. Yo alcancé a adquirir dos cubetas cada una en 8 dólares, antes costaban 3,50”, revela Carmen Guaraca. La mujer se dedica a la venta de alimentos preparados en el patio de comidas de ese centro de abastos. Teme que las manifestaciones se prolonguen y ya no tenga chance de conseguir los ingredientes para preparar sus platillos.
Rodrigo Salazar
Aunque ese centro de comercio está funcionando en un 90 %, Rodrigo Salazar, administrador del lugar, advierte que han reducido la jornada. Hoy cierran sus puertas dos horas antes de lo habitual.
“Claro que perdemos con ese horario. Todo está carísimo. Es imposible conseguir todos los productos. Apenas lo logramos para el día”, asegura Olga Montatixa.
Patricia Guachamín
Antes la libra de arveja no superaba el 1,70, hoy cuesta más de 2 dólares. Los clientes también sienten los estragos del paro y se llevan las pocas verduras que encuentran “medio aporreadas”. El menú ha tenido que adaptarse a la situación actual. Según Salazar, la oferta varía dependiendo de lo que se logre conseguir. “Inevitablemente, los precios han aumentado, porque no es fácil que lleguen los alimentos hasta aquí”, refiere.