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Jipijapa: Masacre deja cuatro víctimas mortales
El hecho se registró en el sector Cristo del Consuelo, donde ocurrió un ataque previo que dejó una persona asesinada
La huella de la violencia en el sector Cristo del Consuelo, en Jipijapa, Manabí, comenzó en horas de la tarde de este 1 de enero, cuando sicarios asesinaron al funcionario municipal Óscar William García Alvarado, quien fue sorprendido a tiros en el portal de su vivienda, ubicada en las calles Quito y Juan Montalvo. En el ataque también resultaron heridos sus dos hijos, uno de los cuales se encuentra en estado crítico en una casa de salud de la provincia de Manabí.
Horas más tarde, la violencia escaló con una brutal masacre dentro de una vivienda de madera, donde un grupo de sicarios, fuertemente armados, irrumpió y ejecutó a cuatro personas, entre ellas una mujer embarazada.
Según testigos, los atacantes llegaron alrededor de las 20:30 a bordo de camionetas oscuras y motocicletas. Sin mediar palabras, descendieron de los vehículos y abrieron fuego de manera despiadada contra quienes se encontraban en la casa.
El sello del crimen organizado en Jipijapa
Las primeras indagaciones de la Policía en este segundo caso apuntan a un ajuste de cuentas relacionado con la pugna entre grupos delictivos. En la escena del crimen, los agentes hallaron un panfleto amenazante que advertía sobre más derramamiento de sangre contra Los Tiguerones, grupo delictivo que, según las autoridades, intenta expandirse hacia el sur de Manabí.
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El ataque, por su brutalidad y precisión, lleva el sello de una guerra entre bandas. Se presume que Los Choneros, confesos enemigos de Los Tiguerones y dominantes en la zona, serían los responsables de esta matanza, en un intento por frenar la incursión de sus rivales en la provincia.
Además de los cuerpos acribillados, los agentes encontraron una granada en la vivienda, lo que evidencia el alto nivel de violencia con el que operan estos grupos criminales. Las autoridades han reforzado la seguridad en la zona ante el temor de nuevas represalias, pero el miedo sigue latente en Jipijapa, donde la violencia del crimen organizado parece no tener límites.
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