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Los efectos a largo plazo del COVID-19 van más allá de los síntomas respiratorios.Archivo / EXTRA

El ‘long covid’ y las secuelas invisibles que afectan cuerpo y mente

Una PhD en Medicina Experimental y un psiquiatra advierten sobre alteraciones en el sistema inmunológico

Un quiteño de alrededor de 50 años, que enfrenta las secuelas del llamado COVID prolongado, es paciente del psiquiatra Fernando Cornejo desde hace tres años. El profesional de la salud mental explica que la enfermedad causada por el SARS-CoV-2 es sistémica y también puede afectar el sistema nervioso central.

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Cornejo precisa que el COVID-19 no solo afecta las vías respiratorias, sino que genera inflamación generalizada en todos los tejidos y tiene una especial ‘predilección’ por el cerebro. “Causa daños moleculares y morfológicos, que pueden ocasionar desequilibrios en la secreción de neurotransmisores y procesos inflamatorios, lo que da lugar a síntomas como ansiedad y otras patologías”, detalla.

Desde Canadá, Estefanía Espín, PhD en Medicina Experimental, comenta que el ‘long COVID’, COVID prolongado o síndrome posviral, fue definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como síntomas que persisten o aparecen tres meses después de la infección, sin otra explicación aparente.

Tras las olas más fuertes de la pandemia, los pacientes describieron hasta 200 síntomas distintos. Por eso, según Espín, se habla de que es sistémico, ya que no solo ataca los pulmones, sino que también produce la ‘niebla mental’, un síntoma que causa incapacidad para concentrarse y desorientación.

A través de test el Ministerio de Salud buscará determinar la situción epidemiológica actual del país.referencial

También puede provocar una fatiga debilitante que afecta al sistema nervioso, síntomas de disautonomía que provocan palpitaciones, mareos, y agravan enfermedades autoinmunes, donde el sistema inmunitario ataca por error células sanas.

Cornejo, también director de posgrados de la UTE, cuenta que el COVID-19 provocó en su paciente una enfermedad autoinmune de la que aún se está tratando, recibiendo terapia biológica. Esta afección ha alterado su vida de tal manera que ya se jubiló por incapacidad.

Además, se le diagnosticó trastorno depresivo secundario y ansiedad, manifestándose en dolor crónico difuso, insomnio y alteraciones en su estado de ánimo. “Tiene dificultades para moverse, incluso para respirar. Esto le genera depresión y dolor corporal. Es un caso extremo y depende de la genética. Es una ruleta rusa”, sostiene.

Refuerzo anual

Espín señala que existen dos tipos de pacientes con COVID prolongado con afectaciones en su salud mental: los que tuvieron una enfermedad severa y fueron hospitalizados, y la mayoría, que enfrentó un caso leve o moderado y ha mantenido síntomas durante uno, dos o más años.

Los riesgos son mayores en personas no vacunadas, de edad avanzada, mujeres o aquellas que viven con diabetes, obesidad, asma, hipertensión, entre otros trastornos. “Me preocupa que en nuestro país se piense que las dos dosis iniciales fueron suficientes. Se requiere un refuerzo anual en toda la población”.

A raíz de la pandemia, también se ha elevado la incidencia de diabetes, artritis, enfermedades cardiovasculares, demencias tempranas, depresión, ansiedad y trastornos del sueño.

‘pelados’ con depresión

No solo médicos y psiquiatras, sino también psicólogos como Gissela Echeverría, han tratado a adolescentes con secuelas de COVID-19 en la salud mental, como ansiedad, depresión y tendencias suicidas, debido a la pérdida de rutinas sociales, eventos importantes y la muerte de seres queridos durante el confinamiento.

Echeverría lamenta que no toda la población con afectaciones en la salud mental haya llegado a consulta. “Imagínense que sufren una caída y no van al traumatólogo ni al fisioterapista; terminarán con cojera y dolor. Lo mismo sucede con la salud mental”.

Espín destaca la necesidad de continuar investigando sobre lo que ha dejado el COVID-19. Explica que las secuelas en la salud mental pueden tener un origen orgánico, ya que el síndrome posviral altera el organismo y puede causar depresión. Por otro lado, los síntomas del COVID prolongado, que son más incapacitantes, también provocan dolor y depresión.

Más de 3 millones de muertes

Un hombre es chequeado.

En su informe de 2023, la Organización Panamericana de la Salud confirmó que los efectos de la pandemia en la región van más allá de los 3 millones de decesos. La OPS recomienda mejorar los servicios comunitarios y fortalecer la prevención del suicidio, entre otras acciones.

Espín subraya que en Ecuador hay una crisis pospandemia. “Las personas con síntomas incapacitantes han perdido sus trabajos o están afectadas por una peor situación económica, lo que les ha causado un estrés adicional”. Aunque no existe un test que permita diagnosticar el COVID prolongado, Espín trabaja en su tesis para encontrar marcadores que puedan detectarlo.

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