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Jóvenes fueron en busca de ovnis a El Cajas, provincia de Azuay, y terminaron asustados
Regresaban decepcionados, cuando una gigantesca luz, proveniente de un objeto volador no identificado, frenó el recorrido del carro
Invocaron tanto a un ovni hasta que se les cruzó en el camino y todos se quedaron calladitos. No, no es parte de una escena de película de ficción. Ocurrió en El Cajas, provincia de Azuay, sitio considerado como ‘dulce’ para el avistamiento de estos objetos voladores no identificados y al cual el ufólogo Jaime Rodríguez lo cataloga como uno de los tres lugares con más presencia de extraterrestres en el país (los otros dos son la provincia de Manabí y General Villamil, Playas).
Agosto de 2018. Luis Quiroz, su hija y siete compañeros del colegio, de entre 17 y 18 años, salieron desde Cuenca hacia la montaña Sunincocha, en el kilómetro 50 de la vía Cuenca-Molleturo, para acampar y captar algún platillo volador. Querían vivir una “experiencia diferente a las cotidianas y tener un avistamiento de ovnis”, dice Luis, de 50 años y topógrafo de profesión.
Eligieron este sector porque está lejos de los poblados. Es un lugar oscuro, a 4.000 metros sobre el nivel del mar y está en medio de las frondosas elevaciones.
La idea era quedarse despiertos hasta el amanecer, sin importar el frío. Pero una fuerte lluvia y la espesa neblina, que cubría todo a su alrededor, los obligó a regresar. Tras cinco horas en la montaña, aproximadamente a las 23:00, guardaron las carpas y subieron al carro, un todoterreno.
Decepcionados, los chicos decían que eran mentiras las historias que habían escuchado de alienígenas en ese sector, “empezaron a gritar por las ventanas del carro que no existían”, recuerda Luis.
En ese momento, en plena carretera, cinco luces redondas que emitían destellos y hacían diversos movimientos, sobrevolaban el camino. Una luz gigantesca se les atravesó en medio de la oscuridad. Luis detuvo la marcha del vehículo.
“Cuando aparecieron las luces los chicos se quedaron callados, pero un minuto después empezaron a hacer señales de luces con sus linternas y gritaban: ‘Aquí estamos’. Tras esto, el objeto se nos acercó rápidamente, se puso enfrente de nosotros y nos alumbró con una luz gigante que no nos dejaba ver nada al lado. Tuve que detenerme en medio de la carretera”.
Esta escena dejó a los chicos estupefactos y el silencio abordó el vehículo hasta que el objeto no identificado se perdió con rapidez entre las nubes. Tanto fue su espanto, que solo se atrevieron a decir: “Hay que regresar ahora mismo a casa”.
“Ese día no dijeron nada en todo el camino de regreso y solo se quedaron mirando las ventanas. Cuando se reúnen con mi hija en nuestra casa les he dicho para regresar, pero hasta el día de hoy se animan a repetir esta experiencia porque les da miedo”, manifiesta entre risas.
Por su parte, Luis no se asustó. Él tiene la piel curtida para esta clase de eventos inexplicables, ya que -asegura- ha presenciado algunos hechos. Como en febrero de 2012, cuando se mudó por trabajo a la comunidad de Migüir, en el kilómetro 42 de la vía Cuenca-Molleturo.
Un día salió a caminar por la carretera, alrededor de las 05:00, y observó que una nave negra, con forma de cigarro y que emitía luces de colores, pasó lentamente y en silencio por encima suyo hasta que se perdió entre las montañas.
“Yo me quedé impresionado porque era un objeto alargado, de unos 100 metros de largo. Parecía un brazo gitano (dulce) que estaba cubierto por una burbuja”, detalla.
“Desde pequeño escuché sobre estas historias, pero no las creía hasta que me pasaron (ríe). Si vinieran para hacernos daño ya me hubiese pasado algo, pero estoy vivo”, manifiesta.
Fotos por ‘accidente’
Lorena Parra, esposa de Luis, es más reservada con el tema de extraterrestres. Sin embargo, no descarta que existan y vivan entre nosotros. Ella logró captar con la cámara de su celular, sin darse cuenta, a varios objetos voladores no identificados.
En febrero de 2018, junto con su pareja y su hija fueron a desayunar truchas a la tarabita Sunincocha, en el kilómetro 47 de la vía Cuenca-Molleturo. En el trayecto tomó fotografías porque estaba nevando.
“Yo iba fascinada viendo las montañas que estaban llenas de nieve. Tomé bastantes fotos, pero no pensé que me iba a llevar esta sorpresa. Cuando las empecé a revisar, me di cuenta de que capturé un objeto en forma triangular, que estaba en medio de dos montañas”.
Al año siguiente (2019), Lorena y su familia regresaron al mismo lugar y un objeto volador se le apareció. “Estaba caminando por un pequeño sendero y vi que un objeto triangular se apareció. Solo estuvo unos segundos y se movió rápidamente”.
La familia Quiroz Parra no creía en las historias de avistamientos de ovnis, creía que eran ‘puros cuentos’. Sin embargo, tras sus experiencias con supuestos objetos voladores no identificados, están ávidos de conocer más sobre estos fenómenos aéreos. Quieren que algún experto en ufología les responda por qué se les han presentado a ellos...
Nelson Pineda, investigador y explorador en ufología: “Nunca hemos estado solos en el universo”
El investigador y explorador en ufología Nelson Pineda explica que los alienígenas se dejan ver a propósito porque quieren tener contacto con los seres humanos, con el objetivo de conocer más sobre nuestra raza y la Tierra.
“No es coincidencia que ciertas personas los vean. Quieren ser contactados porque quieren recolectar más datos sobre nosotros y, al mismo tiempo, ayudarnos a evolucionar espiritualmente, en favor de la humanidad. Buscan un intercambio de información”, recalca.
Pineda asegura que, en el sector de El Cajas, provincia de Azuay, hay registros de turistas que se han detenido en el camino porque una luz se les atraviesa en frente de ellos. Sin embargo, en ninguno de estos casos ha existido violencia por parte de los extraterrestres.
“Esto sucede a cada momento, diría que todos los días. Si ellos fueran malos no dejaran que las personas se vayan luego de verlos. En El Cajas esto viene pasando hace más de 40 años y es porque ellos (alienígenas) están establecidos en la zona. Nunca hemos estado solos en el universo”, señala.
En la primera entrega de esta serie, que se publicó el pasado 16 de diciembre, Pineda aclaró que, en el sector de El Cajas, cerca de la laguna Luspa (ubicada en el segundo control en la dirección Sierra-Costa), hay una base compartida de extraterrestres e intraterrestres. Por aquella razón, en este lugar hay constante movimiento de ovnis.
“Ellos (alienígenas) tomaron precauciones y la ubicaron debajo del agua, fuera del contacto con alguna persona. Se llama compartida porque los extraterrestres son los alienígenas y los intraterrestres son híbridos, que tienen la apariencia de un ser humano con una altura de más de dos metros y son rubios”, finalizó.