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¡El descanso eterno les tardó cuatro meses!
Los cadáveres de José Raza y de Leopoldo Quimí fueron entregados a sus familias este martes, tras un proceso de reconocimiento
Cristina Quimí llegó al laboratorio de Criminalística, en el suroeste de Guayaquil, bien protegida. Tenía una pañoleta en la cabeza que le cubría gran parte del cabello y doble mascarilla en el rostro. Desde hace más de cuatro meses esperaba ansiosa ese momento, el ir hasta allí a retirar el cadáver de su hermano, Leopoldo Quimí.
A la mujer la acompañaba una hermana y un primo. Luego llegó una hija del difunto. Contrataron los servicios de una funeraria para que retire el cuerpo de Leopoldo y lo traslade hasta el Cementerio Patrimonial, donde ya tenían pagado un nicho para sepultarlo.
"Nos sentimos contentos y tristes al mismo tiempo, porque hoy nos entregan el cuerpo de mi ñaño", expresó Cristina, al recordar que desde el 30 de marzo, día en que murió su allegado, sus restos no aparecían.
Estos meses de tormento, por no saber dónde estaba el hombre de 65 años, acabaron la mañana de este martes 25 de agosto de 2020. Además de Leopoldo, los cuerpos de otras nueve personas que murieron en la época dura de la pandemia fueron entregados hoy, según informó Pedro Macías, uno de los abogados de las familias.
Todos los días Cristina le rezaba a una pequeña escultura de Jesucristo que tiene en la sala de su casa, para que Leopoldo sea reconocido. "Hoy también también le voy a orar, en agradecimiento porque me concedió mi pedido", dijo la mujer.
Para que el ciudadano fuera identificado fue necesario realizar un examen de ADN a una de sus dos hijas. A ese mismo proceso se tuvo que someter José Raza Núñez para que su padre, José Raza Parra, sea reconocido. El señor también murió el 30 de marzo.
El hijo refirió que hace 15 días le comunicaron que, tras el análisis, el cuerpo de su progenitor sí era uno de los que estaba en la morgue policial. Eso le dejó una mezcla de sensaciones.
"Cuando me dieron la noticia se me acabaron las esperanzas, porque presentía que mi padre estaba vivo en algún lugar. Pero cuando me dijeron, se me vino el alma al piso", contó Raza Núñez.
Sin embargo, también sintió un alivio al saber que su pariente ya podrá descansar en paz. Sus restos fueron enterrados en un camposanto del vecino cantón Durán.