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Miguel ha adecuado el espacio donde ubica sus máquinas de serigrafía para tener su pequeño estudio ahí mismo.Christian Vinueza

Conozca la historia de Micky Fer, un rapero y serigrafista

Miguel Plaza se introdujo en el mundo de la música por un amor: compuso a chica. Su tiempo lo divide entre su familia, la serigrafía, el género urbano

Con un buzo negro, gorra del mismo color y gafas de marco blanco pero lunas oscuras empieza a laborar. Su ‘pinta’ lo delata: el flow lo tiene hasta la ‘cabeza’. No hay ni una gota de duda de que Miguel Plaza, de 36 años, le ‘hace’ al género urbano.

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Se dedica a hacer música de ese ritmo. Sin embargo, su tiempo lo divide entre la serigrafía, el rap o hiphop y su familia. “Desde la pandemia empecé a grabar mis canciones, aunque siempre me había dedicado a esto. Como dice una letra, ‘me olvidé de vivir’”, explica Mickyfer, ‘chapa’ artística de Miguel y que, afirma, tiene un significado más profundo que solo su nombre.

Se inspiró en su propia historia para buscar un nombre. Es decir, él se identifica enteramente con su seudónimo. “El ‘Mic’ va por micrófono, mientras que la ‘k’ y la ‘y’ por calle; la otra parte sí es por mi segundo nombre”, cuenta.

Su historia empezó hace casi dos décadas, cuando todavía cursaba sus años de estudios secundarios. Durante su paso por el colegio Vicente Rocafuerte, ubicado en el centro de Guayaquil, conoció a una jovencita a la que quería dedicarle una canción, pero no cualquiera “berreada”, sino una que expresase lo que él sentía.

“Empecé a componer y cuando ya tenía la letra le dije a un amigo que me ayude a grabarla. Él me cobraba 10 dólares por esa canción y, aunque no ganaba, ya tenía experiencia. Para ese tiempo yo tenía 15 o 16 años y ya empezábamos a jugar a los artistas”, rememora con nostalgia.

La conquista se hizo. Grabó la canción para su musa, se la dedicó y consiguió salir con ella. Al poco tiempo se separaron, pero la experiencia componiendo no se detuvo jamás. “Compongo todos los días, así sean tres líneas. Si voy manejando (su motocicleta) y se me ocurre alguna idea, me detengo cuando puedo y la anoto en el teléfono o la grabo en las notas y ya. Luego le voy dando forma y así se van armando las canciones”.

Mickyfer, como se lo conoce al artista, usa prendas características del género urbano.Christian Vinueza

La discografía de MickyFer es tan amplia (más de 100 canciones, asegura) que ha ampliado su canal de distribución de música. En TikTok encontró un público que lo alienta a seguir y le comenta sobre el buen rumbo que tiene su carrera.

Luego de más de 10 años de haber pertenecido a una agrupación, con la cual admite estar agradecido, la dejó. “Estando allí conseguí contactos, conocimiento, ‘cancha’ y hasta mi familia”, dice con orgullo.

Y sí. Él no se quedó con la musa de su primera canción, sino con una joven que también conoció en este grupo al que él ya no pertenece. “Ahora tenemos una niña de tres años, estoy casado y tengo una agrupación que es mía enteramente, porque nadie más toma las decisiones”.

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Miguel sabe que de la música no puede subsistir, por lo que también desde su adolescencia se dedicó a aprender de serigrafía, técnica de impresión que permite que se estampen imágenes, logos o letras en prendas de vestir u otros objetos.

“Empecé en la serigrafía porque mi papá falleció cuando estaba en quinto año de colegio y había que asumir gastos del hogar. Mi mamá trabajaba, pero no era suficiente. Mi hermano y yo empezamos a trabajar en eso y hasta ahora seguimos”.

Recuerda que en sus años dentro del Vicente Rocafuerte recibió una inducción en la serigrafía y quedó completamente enamorado de aquel arte. Un tiempo después, por su hermano de 17 años, pudo adiestrarse en el trabajo hasta que consiguieron la primera oportunidad de demostrar que había talento.

“Mi mamá trabajaba en un taller de producción de prendas de vestir por catálogo. El jefe vendió una máquina (conocida como pulpo) y se la terminó regalando a mi mamá. Adquirimos experiencia y el chance llegó después de unos seis meses”, cuenta.

Luego de esa experiencia, Miguel, el serigrafista, se fue de largo. Ahora alquila una terraza que convirtió en estudio de impresión y de grabación. Una mesa con un micrófono, su computadora y un aro de luz con soporte para grabar su contenido de TikTok están en un lado de la terraza que ocupa, en el tercer piso de una construcción del sector de La Florida, en el norte de Guayaquil.

Y el resto, para llevar la comida a la mesa de su familia. “Pero no descuido la música, eso es lo que me mantiene alegre y siempre contento”, finaliza. 

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