Boston es una ciudad estadounidense que es muy conocida porque las propiedades inmobiliarias están entre las más caras del país.

Eso sí, las cifras más sorprendentes no son las de sus viviendas, sino la de las plazas de estacionamientos.

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Parquear un vehículo en esta ciudad le puede costar decenas de miles de dólares a los conductores.

Estas zonas son tan escasas y están tan demandadas, que las inmobiliarias tienen en su cartera aparcamientos en la calle que cuestan 350.000 dólares

Una empresa ofrece una plaza tan grande como un Range Rover. El anuncio explica que tiene un poste plateado en un extremo y una línea pintada de amarillo en el otro. Esta plaza se vendió hace siete u ocho años por 275.000 dólares.

Una opción más económica para los conductores pasa por obtener un permiso de aparcamiento en la calle por 25 dólares (23 euros) anuales. Para ello tienen que demostrar su residencia en la zona… y tener suerte.

Es muy difícil encontrar plazas debido a la gran cantidad de coches que existen y, además, hay que tener en cuenta las condiciones climáticas de Boston: en invierno es fácil que una nevada sepulte, durante varios días, los vehículos que están en la calle.

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