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Estas son las doce carreteras más inseguras de Ecuador: ocurren todo tipo de delitos
El tramo Quevedo-Mocache-Ventanas es el más inseguro del país, según cifras oficiales. Expertos insisten en que debe haber trabajo de inteligencia
El anillo vial de Quevedo, en la provincia de Los Ríos, es uno de los lugares más temidos por los conductores, pues es de conocimiento público que en este sitio se han cometido robos y hechos violentos que han propagado el terror en esta autopista. Sin embargo, la situación ha cambiado.
Gracias a los controles policiales y militares llevados a cabo en esta carretera, que tiene una extensión de 25,7 kilómetros, este ya no es el eje vial más peligroso del país, aunque sigue formando parte del ‘top 12 de inseguridad’ (ver infografía). Actualmente, el tramo con mayor incidencia delictiva es el que se encuentra entre Quevedo y Ventanas, que es, en la práctica, la continuación del anillo vial.
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Esto evidencia que las acciones ejecutadas por el Estado no han logrado detener la delincuencia, sino que los robos se han trasladado a otras áreas, de acuerdo con el análisis de especialistas consultados por EXTRA.
El problema en vías de Ecuador no solo se limita a robos
El problema en estas vías no se limita únicamente a robos, pues también incluye homicidios intencionales. Y como era de suponerse, debido a los operativos oficiales en el anillo vial de Quevedo la cifra de homicidios intencionales es cero allí, al igual que en otra carretera incluida en esta clasificación: la Puerto Inca-Molleturo.
Pero en la continuación de esta vía hacia Cuenca, pese a que no aparece en el listado de los ejes más inseguros, hubo un hecho que dejó una persona fallecida: el intento de robo a un camión blindado que transportaba valores del Banco Central del Ecuador el 9 de octubre de 2024. Ese día, unos 20 sujetos armados interceptaron el convoy conformado por cuatro vehículos de custodia y 12 agentes de seguridad. Durante el enfrentamiento, uno de los custodios perdió la vida.
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Unos tres meses antes, el 29 de julio, en la vía Naranjal-Machala, la cuarta más insegura, ocurrió un triple crimen cerca de un redondel en el perímetro del cantón El Guabo, en El Oro. En ese lugar, criminales a bordo de un vehículo gris interceptaron una furgoneta de transporte que venía desde Guayaquil, se bajaron y atacaron a dos personas que, al parecer, eran sus objetivos, presuntamente vinculados a la organización Los Lobos. Lamentablemente, también acabaron con la vida de una persona inocente que viajaba en la misma unidad.
Estos hechos son una muestra de que los delitos continúan en las carreteras, al igual que en el anillo vial de Quevedo, donde los hechos delictivos no han desaparecido. ¿Por qué persisten estos problemas?
Migración del delito
Nelson Yépez, experto en seguridad, señala que la reducción de delitos en el anillo vial de Quevedo no significa una disminución de la actividad criminal, sino más bien una migración hacia zonas menos vigiladas. Según el analista, lugares como San Jacinto de Jauneche, en la provincia de Los Ríos, son focos de delincuencia desde hace 17 años, lo que hace de estas áreas un refugio natural para quienes buscan evadir la presión de las autoridades.
“Desde que se abrió el anillo vial, la delincuencia ha migrado hacia allá, pero ahora se está desplazando nuevamente hacia otros lugares”, menciona el experto, describiendo un ciclo de reubicación criminal que afecta directamente a comunidades aledañas a los ejes viales, que a nivel nacional están siendo azotados por la delincuencia.
Necesidad de inteligencia para acabar con estos delitos
Yépez enfatiza que para atacar este problema de raíz, la inteligencia policial debería focalizarse en los sitios de origen de estas bandas, como Mocache y San Jacinto de Jauneche. Para él, en estas localidades operan delincuentes organizados que, en muchos casos, logran cometer sus atracos y escapar sin problemas hacia sus guaridas.
“La policía debería identificar a los líderes en estas zonas, porque son ellos quienes están generando esta migración delictiva”, alerta. Este análisis sugiere que sin una estrategia de inteligencia integral que apunte a neutralizar a los cabecillas, el ciclo de reubicación delictiva podría continuar indefinidamente.
Por su parte, Kléber Carrión, fundador de la Unidad Nacional Antisecuestro y Extorsión (Unase) y también especialista en seguridad, describe este fenómeno como el ‘efecto balón’ o ‘globo de aire’, en el que la presión en una zona empuja la delincuencia hacia otros puntos vulnerables.
“Al ejercer presión en un área, los delincuentes simplemente se trasladan a donde no hay vigilancia”, dice, ratificando que la ausencia de una estrategia de inteligencia a largo plazo está generando una “migración peligrosa” de criminales hacia nuevas áreas, dejando células de delincuencia en cada desplazamiento, lo que provoca un efecto contrario a lo que se busca conseguir: una expansión delictiva, en lugar de que vayan desapareciendo.
Expansión criminal
La situación en las carreteras de Mocache y Palenque, así como en la vía Empalme-Quevedo, se estaría volviendo cada vez más riesgosa. Carrión indica que aunque los operativos militares y policiales han reducido temporalmente los delitos en Quevedo, el ‘efecto balón’ se ha manifestado con fuerza en zonas menos protegidas.
“Las acciones actuales no son suficientes. Sin inteligencia que neutralice a los delincuentes, esta migración se convierte en un proceso de expansión criminal que lleva a la diversificación de las bandas”, puntualiza Carrión.
Yépez concuerda con este análisis y agrega que cuando el tráfico de sustancias ilícitas disminuye, la criminalidad en las carreteras suele incrementarse. “Cuando el narcotráfico está en su apogeo, la delincuencia (robos, asaltos) baja, porque los delincuentes tienen ‘trabajo’ asegurando la droga. Pero cuando hay golpes al narcotráfico, recurren a robos y asaltos para obtener ingresos”, ilustra el experto, haciendo énfasis en cómo el crimen organizado modifica el comportamiento delictivo.
Estrategia insuficiente de parte del Estado ecuatoriano
Tanto Yépez como Carrión coinciden en que la actual estrategia de seguridad de parte del Estado es insuficiente y reactiva, enfocándose más en operativos que en una prevención efectiva. Carrión cuestiona que estos operativos solo logren “detener a delincuentes pequeños”, mientras que los grandes líderes siguen operando con logística avanzada y redes de protección. “La estrategia actual no está dando buenos resultados”, afirma.
Además, insiste en la necesidad de una intervención más rigurosa en inteligencia para capturar a los principales responsables de la violencia en estas carreteras.
¿Solo un cambio de rutas?
En conclusión, para los especialistas lo que se está evidenciando es un cambio en las rutas de los delincuentes, más que una solución al problema. Y sostienen que la implementación de inteligencia focalizada, en los puntos de origen de estas bandas, podría ser clave para frenar este fenómeno de migración delictiva, pues pueden surgir nuevos focos de violencia.
Esta situación vuelve urgente la aplicación de una estrategia sostenible y centrada en neutralizar a los líderes de las organizaciones delictivas, promoviendo la seguridad en los ejes viales del país. Para Carrión, es necesario acabar con ellos: metiéndolos presos o, de ser necesario, aplicando el uso legítimo de la fuerza.
Otros datos relevantes de parte de los especialistas
- Sin sorpresa. Kléber Carrión sostiene que las acciones impulsadas por el Gobierno son previsibles, lo que resulta poco o nada efectivo.
- Robos. Nelson Yépez indica que con una empresa de seguridad que gerencia en Los Ríos ha trabajado en recuperaciones de camiones que llevan cargas de grandes empresas.
- Costa. De los 12 ejes viales considerados conflictivos, apenas dos tocan puntos de la Sierra: Molleturo y Cañar. Lo demás es 100 % Costa.
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