Era un día como cualquier otro, aquel 20 de noviembre, cuando don Ángel Llumitaxi se dirigió al mediodía a abrir su pequeño puesto ambulante de espumilla. Apenas se había instalado cuando, de repente, se vio rodeado por una treintena de personas. “Fue un milagro, señor periodista, fue un milagro”, manifestó emocionado.

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La intersección de las calles Clemente Ballén y García Avilés, en Guayaquil, fue testigo de cómo una fila de personas (que también repetían) disfrutaban de los postres de guayaba, frutilla y mora, mientras cada moneda de 50 centavos se convertía en una gran alegría para don Ángel, o Angelito, como lo llaman con cariño.

En menos de 30 minutos, toda su producción de espumilla desapareció, algo que, según relató, le cuesta lograr en un día entero de trabajo. “Ojalá fuera así todos los días… ¡terminaría tres bandejas diarias!”, comentó entre risas el adulto mayor.

Iniciativa ‘Batallón del Amor Guayaquil’

Esa sorpresiva ‘caída y limpia’ de espumilla no fue coincidencia. Tan solo un par de días antes, la cuenta en TikTok @BatallonDelAmorGyq había trazado la estrategia: fecha, hora y lugar. Mientras grababan a una vendedora ambulante, la narradora del video dijo: “Hola chicos, ya saben qué hacer”.

Aunque la ayuda estaba inicialmente destinada a otra señora, ella no pudo asistir por razones personales; en su lugar, don Ángel, un familiar de aquella mujer, se benefició de esta generosa acción.

“Comenzamos este proyecto el miércoles pasado, con solo cinco personas, ayudando a otro adulto mayor. Hoy, ya somos más de 300 en el grupo de WhatsApp de quienes quieren sumarse a esto”, compartió Carolina Vera, una de las organizadoras de esta iniciativa.

Vera reconoció que la idea no fue original de ella, sino que la había visto en redes sociales de creadores de contenido de México. Sin embargo, consideró que es una causa tan noble que valía la pena llevarla a cabo en Ecuador.

Javiera Rosero, otra de las organizadoras, explicó que este proyecto está enfocado en “los abuelitos” que trabajan como comerciantes ambulantes.

“La idea es darles un día de amor, ayudarles a que vendan toda su mercadería y puedan irse a descansar a casa”, explicó. “Es muy gratificante. He hecho obra social en fundaciones antes, pero hacerlo directamente con los adultos mayores es una experiencia indescriptible”.

Poco antes de sorprender a don Ángel, Rosero exhibió a los presentes un sobre con 75 dólares recibidos por transferencia, aclarando que toda la ayuda estaba destinada al comerciante, a quien finalmente entregó el dinero.

Felices de ayudar con la causa

Inspirados por la causa, varios participantes pusieron pausa a sus actividades cotidianas para unirse al evento. Christian Chancay, por ejemplo, faltó a la universidad para participar. “Es bueno aportar nuestro granito de arena. Son personas de escasos recursos que realmente necesitan nuestra ayuda”, expresó.

La duraneña Diana Bajaña, por su parte, estaba radiante de felicidad en ese momento, pues ‘jaló’ a tres amigas para que se unieran a la causa. “Tenía que venir al centro a hacerme unos lentes y les dije a mis amigas: ‘Vamos a comprar espumilla’”.

Entre ellas estaba Vanessa Sisalema, quien recientemente había llegado desde España y no pudo resistirse ante tan “bonito gesto”. “Es hermoso ver que hay movimientos que apoyan a personas que se ganan la vida dignamente”.

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