“Tengo 40 años, pero parece que he vivido 100”, dice Baly el Caminante, un explorador urbano dueño de decenas de anécdotas sobre sus viajes y exploraciones, las cuales van más allá de los simples lugares turísticos, pues la “adrenalina” a la que alude lo empuja hacia los rincones más enigmáticos y curiosos de Ecuador.

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Christian Santos, su nombre de pila, actualmente continúa con su pasatiempo mientras comparte sus experiencias con una audiencia de más de 40.000 seguidores en TikTok, grabando en vivo y publicando sus vivencias de los lugares que visita; como edificios supuestamente embrujados, cementerios, hoteles abandonados y demás.

Un ejemplo de lugares enigmáticos en Guayaquil es un bosque de Samanes 1, que Baly exploró junto a EXTRA. En la actualidad es un área que luce impecable, pero él asegura que hace unos 10 años se realizaban rituales con animales y cultos entre los imponentes árboles ceibos.

También, recuerda que hace un año logró llegar a la terraza del edificio Forum, que describió como “una vista increíble por su vértigo”. Pese a que este lugar no es apto ni para sus residentes, Santos se infiltró y llegó al lugar exacto donde en 1993 un hombre intentó lanzarse junto con su bebé: la antena. “Se sintió un ambiente pesado, sentí que me hablaron y me siguieron”, dijo.

Entre los lugares que ha visitado este explorador, el cementerio general de Guayaquil destaca como “el más pesado”, refiriéndose a la vibra paranormal que ha llegado a percibir allí.

En aquel camposanto, intentó averiguar sobre la tumba de Antonio ‘el Brujo’ Valverde. Aunque inicialmente buscó la compañía de un nigromante del área, este se negó a acompañarlo, así que decidió ir solo mientras transmitía en vivo para su audiencia.

“Sentí una sombra parada a mi lado. Lo vi y me asusté... bajé corriendo y el brujo me dijo: ‘¿Te asustaste, verdad? Yo por eso no subo, hermano’”, relató.

Otra experiencia memorable fue cuando ingresó a medianoche al edificio donde funcionaban los juzgados de la Niñez y la Familia, en las calles Tulcán y Luque, actualmente abandonado.

Acompañado de un amigo, recorrieron el inmueble piso por piso, encontrando grafitis rojos con imágenes diabólicas y habitantes de la calle pidiendo dinero para drogarse. A pesar del “espeso ambiente”, la experiencia resultó entretenida según su público.

A lo largo de su vida, Santos no ha tenido un empleo estable, en su lugar, se ha dedicado a comerciar ropa, trabajar como taxista y a cualquier otro oficio que le permita tener ingresos.

Pero en la actualidad, debido a su audiencia, ha lanzado un emprendimiento donde ofrece llevar a cualquier interesado a los lugares más embrujados o turísticos del país, por el módico precio de “la voluntad” del viajero.

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