Hoy cumplen una semana de hospitalización los hermanos de 11 y 5 años que fueron heridos de bala, el pasado 2 de julio, cuando se movilizaban en una tricimoto desde la escuela hasta su domicilio, en el suroeste de Guayaquil. Cada uno tiene una bala incrustada en el cuerpo.

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Su madre cuenta que no logra sacar de su mente el instante en que dos de sus cinco hijos fueron alcanzados por los proyectiles dirigidos a un individuo con antecedentes penales, quien falleció en el liviano vehículo en el que se transportaban. Sin embargo, lo que más le aflige es que a sus niños todavía no logran extraerle las balas.

“Mi hijo, de 11, tiene alojado un proyectil en el hígado, y el de 5, en el pulmón izquierdo. En el hospital donde están internados, no nos dicen qué va a pasar, si le van a sacar las balas. Supuestamente, los iban a trasladar a una casa de salud especializada en niños, pero aún no tenemos una respuesta. El más pequeño, me pregunta: ‘¿Mamá, me mataron?’, me da tristeza verlos así”, expresó la angustiada mujer.

Los dos menores ya están conscientes y quieren regresar a su hogar, cuenta su abuelo materno, quien en sus ratos libres acude hasta el hospital donde están los niños, para hacerle compañía a su hija.

“Tanto mis nietos como mi hija van a necesitar ayuda psicológica. Yo trato de darle ánimo, le cuento un chiste, para que no se desplome, porque anímicamente ella debe estar bien por sus hijos”, expresó el abuelo.

La progenitora añadió que aún no ha podido colocar la denuncia de lo ocurrido en la Fiscalía del Guayas, porque la mayor parte del tiempo la pasa en la casa de salud. “En el hospital me han dicho que es necesario que asiente la denuncia, para que el trámite en cuanto a la salud de mis hijos siga su curso. Solo pido ayuda, que les quiten las balas para llevarlos de vuelta a casa”, manifestó.

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