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Crónica roja
Uno de los sicarios le ordenó a otro que matara al niño, según testigo
Una mujer afirma que los antisociales que balearon a la pareja en Balzar, iban a quitarle la vida a su hijo, pero uno de los pistoleros no obedeció el mandato.
Uno de los cuatro sicarios que habrían acribillado a Galo Ignacio Loor Alvarado (25 años) y a María Eugenia Gonzales Macías (26), le habría dado la orden a uno de sus ‘compa’: asesinar al hijo de ambos, un menor de unos dos años, quien se movilizaba con sus padres en una moto.
La muerte violenta de la pareja ocurrió el pasado viernes 14 de octubre, en el barrio San Jacinto, este del cantón Balzar, provincia del Guayas.
“Al parecer le dio pena al pistolero, quien no obedeció el mandato de uno de sus compinches. No disparó contra el menor, quien herido se escondió detrás de una pared. Le dijo: “Mata también al niño”. Después se fugaron a gran velocidad en dos motos”, comentó nerviosa Rocío, lugareña.
Ayer, en medio del dolor de sus familiares y amigos, los cadáveres de Alvarado y Gonzales fueron retirados de la morgue de Quevedo, Los Ríos, para ser llevados a su natal Balzar, para velarlos.
Los allegados de los fallecidos evitaron dar declaraciones a los medios de comunicación, solo se abrazaban, tratando de consolarse.
El infante, quien resultó herido en su pierna izquierda y se salvó de milagro, se recupera en una casa de salud de la localidad.
Agentes de la unidad de Muertes Violentas (Dinased) allanaron la vivienda de los padres del menor de edad, la cual está ubicada a 150 metros de la escena del crimen.
Allí encontraron todo un sistema de cámaras de vigilancia, por lo que hasta la mañana del 15 de octubre, estos dispositivos eran analizados, para esclarecer la motivación de este doble crimen, declaró el mayor Mauricio Alay, jefe encargado de la Policía de Balzar.
El uniformado confirmó que Loor Alvarado registra una detención por el delito de tenencia y tráfico de sustancias sujetas a fiscalización. Las autoridades manejan varias hipótesis, pero no las revelan para no entorpecer las investigaciones.
“En la escena del crimen encontramos un teléfono celular, propiedad de los occisos, el cual es pieza clave de la investigación que continuamos realizando”, concluyó el mayor.