Luis Chaquinga apenas pudo contener las lágrimas al ver, por fin, después de 43 años, a su amado Wilsterman coronarse campeón. A pesar de ser uno de los equipos tradicionales en la Liga Barrial Comité del Pueblo, al norte de Quito, y animar el torneo constantemente, no había logrado conseguir un título.

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Ese ‘maleficio’ se rompió el sábado 7 de octubre, cuando el festejo llegó tras ganar la final a Célica en una emocionante tanda de penales. Fue un choque entre dos poderosos; bastaba con ver a los capitanes de cada equipo para saber que habían reunido a los mejores jugadores de la capital.

Por el lado de Wilsterman, Sergio Minda encaminó al equipo y tuvo la responsabilidad de lanzar el penal del triunfo, mientras que en Célica, Harold Prieto fue héroe al extender el partido a la pena máxima, aunque luego se convertiría en villano.

Wilsterman dominó el primer tiempo y, en media hora de juego, logró ponerse adelante con dos goles de Eduardo Torres. En el último tramo del encuentro, Célica despertó y no quiso irse al vestuario sin descontar. El gol llegó por medio de Luis Picuasi, lo que alegró a toda la tribuna principal, donde unas doscientas personas alentaban al equipo.

Sin embargo, la alegría no duró, pues el mismo Picuasi fue expulsado por una falta. Con el marcador 2-1 y jugando con diez hombres, Célica salió con todo en el segundo tiempo, buscando el empate. Su insistencia tuvo recompensa cuando obtuvieron un penal tras una falta sobre Harold Prieto, el más hábil de Célica. Él mismo ejecutó el tiro, anotando el empate.

Con el tiempo en contra, la tensión aumentó, y desde la banca, don Luis Chaquinga fue quien más sufrió, temiendo perder otra final y alargar la espera de un título. Fue el más nervioso durante la tanda de penales, aunque trataba de mostrarse sereno, con los brazos cruzados y observando atentamente los cobros. Wilsterman empezó bien, ya que el primer rival estrelló el balón en el poste.

Curiosamente, ese tiro fue ejecutado por Prieto, quien minutos antes había marcado desde el punto penal. Cada cobro que seguía aumentaba el nerviosismo en el dirigente, especialmente cuando su jugador Jeanpol Castro falló su lanzamiento. Las cosas se emparejaron, y solo quedaba esperar que el arquero apareciera, lo cual sucedió en el quinto tiro de Célica.

El triunfo estaba al alcance, solo restaba el último penal de Wilsterman, que le encargaron al capitán, Sergio Minda. Con un trotecito y un certero remate, colocó el balón cerca del poste izquierdo.

Por fin, el título se conseguía, y los jugadores levantaron en hombros a don Luis, gestor del ansiado trofeo, por el que esperó media vida. “Era lo que veníamos buscando siempre. El año pasado llegamos a la final, pero perdimos. Hoy se nos dio, gracias a Dios y a todos los muchachos que se entregaron con cariño al equipo. Siento gran felicidad, una satisfacción del deber cumplido”, expresó Chaquinga a EXTRA, al borde del llanto.

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