El 10 de diciembre del año 2000, a las 16:00, un incendio en un departamento de los bloques de viviendas del Seguro Social, en las calles Machala y Camilo Destruge, puso en peligro a cuatro personas, entre ellas una madre, Lucrecia Cagua de Nieves, y dos hijos, además de Lido Nieves, padre de ellos, que falleció.

Lea además: La China Suárez: Del encierro a la corona, una historia que conmovió a Ecuador

Todo comenzó en la cocina, donde se trataba de colocar una boquilla en el cilindro.

Fernando Quiñónez advirtió la presencia del dueño de casa, que asomado a la ventana pidió ayuda, por lo que inmediatamente escaló la parte posterior del edificio y logró rescatar a tres miembros de la familia: dos menores de 2 y 5 años y a la esposa del fallecido.

A Fernando le pusieron el apodo de Spiderman de Las Malvinas. En su humildad le dijo a EXTRA: “Dios me llevó al quinto piso. No quiero dinero ni reconocimientos. Si alguien quiere ayudarme, lo único que pido es un trabajo estable”.

Quiñónez fue el único valiente que, entre la multitud, corrió a salvar a las personas en un departamento envuelto en llamas.

En su narración hace 24 años, mencionó que tuvo que subir cinco pisos para llegar donde estaban las personas. “Fui trepando, apoyándome en los acondicionadores de aire. La señora estaba desesperada, no sabía qué hacer. Yo no podía hacerlo solo, me encomendé a Dios para poder ayudar a estas personas”, expresó luego de la hazaña.

Cuando vio a Lucrecia Cagua y a sus hijos, les pidió que se tranquilizaran. Ellos estaban a punto de lanzarse al vacío por la ventana. “Les hice conversación y les pedí que me contaran cómo había comenzado el incendio. Luego saqué a los menores, que estaban asustados, y se los entregué a un miembro del GOE”.

Al final de su jornada heroica, Fernando perdió el conocimiento, por lo que los bomberos tuvieron que atenderlo.

En la actualidad, este héroe de los 50 años de EXTRA es padre de familia de tres hijos (de 20, 16 y 14 años de edad), con quienes reside en una pequeña casa en la ciudadela Rotaria, al noroeste de Guayaquil.

En 2004, el Club Rotario y el Municipio de Guayaquil le entregaron una casita. Desde 2012, el hombre recibe una pensión vitalicia de dos salarios básicos unificados (800 dólares), al lograr acreditarse como héroe, beneficio que otorga la Ley de Héroes y Heroínas a los ecuatorianos.

En 2019 pudo reencontrarse con los niños que rescató (ahora adultos). “Me gusta ayudar al prójimo, toda mi vida lo he hecho. No me considero un héroe”.

Para más noticias de este tipo, ¡SUSCRÍBETE A EXTRA!