En la era digital actual, los avances tecnológicos han transformado nuestra manera de vivir, ofreciendo innumerables beneficios en términos de desarrollo y conectividad. Sin embargo, estos mismos avances también han dado lugar a nuevas formas de amenazas cibernéticas. 

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Entre las tácticas más preocupantes que los ciberdelincuentes emplean para cometer delitos informáticos se encuentra el malvertising, una modalidad de estafa que ha captado la atención de los expertos.

El término malvertising se refiere a un tipo de ataque que introduce anuncios maliciosos en redes de publicidad en línea. A diferencia de otros métodos de ciberataques, el malvertising no requiere una infiltración directa en un sitio web. En lugar de eso, los ciberdelincuentes compran espacio publicitario en redes legítimas y populares, infiltrando así anuncios infectados en sitios confiables que atraen a un gran número de usuarios.

Estos anuncios maliciosos, que pueden aparecer en plataformas conocidas y aparentemente seguras, están diseñados para redirigir a las víctimas a páginas infectadas o para instalar malware directamente en sus dispositivos. Una vez que el anuncio se carga, el código malicioso se activa, exponiendo a los usuarios a riesgos significativos.

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El malvertising persigue dos objetivos principales: el sabotaje y el robo. El sabotaje implica alterar o corromper datos para causar daños a los usuarios o a las instituciones. Por otro lado, el robo se enfoca en obtener objetos de valor como información personal, acceso a sistemas o dinero. En ambos casos, los ataques se dirigen a los usuarios desprevenidos, quienes suelen ser los más vulnerables.

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