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Darién: Muerte y violación en la selva
Criminales se hacen pasar por guías para robar y abusar de las mujeres frente a sus hijos. Les cobran para dejarles libres
Dugleidis sufrió el peor de los horrores que esconde la selva panameña del Darién. Fue violada junto con otras mujeres que se dirigen hacia Estados Unidos. Ahora, esta madre venezolana teme perder la criatura que crece en su vientre hace tres meses.
“Unos indígenas bajaron hasta donde estábamos y a todas nos despojaron de nuestras prendas, mientras que a los hombres les quitaron sus pertenencias y dinero en efectivo. De mí abusaron sexualmente y también de algunas chicas. Otras se salvaron”, rememora con dolor y la mirada perdida.
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Por la crisis económica e inseguridad, ella, su esposo e hijos de 1 y 8 años, dejaron su país natal para caminar hasta México, cruzar la frontera y entrar a la Yoni, en el anhelado ‘sueño americano’.
“Cuando estábamos en Colombia me hice una prueba de embarazo y di positivo, luego de la violación he presentado sangrados. Las autoridades me llevaron al hospital y comprobaron que los latidos de mi bebé habían disminuido y estoy en riesgo de aborto”, cuenta Dugleidis.
La situación de los migrantes en general y de las mujeres en particular es muy preocupante en esta ruta. Ellas están sometidas a la violencia criminal por el hecho de ser migrantes y también de ser mujeres.
La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) apuntaba que, solo en 2022, recibieron a 39.507 migrantes para consultas médicas y de enfermería y registraron al menos 2.600 consultas de psicología clínica, el 70 % de las cuales fueron personas que llegaron a consulta tras sucesos relacionados con violencia.
En 2021 se registraron más de 300 casos de abuso sexual contra mujeres; y entre enero y junio de 2022, más de 140 casos durante la travesía.
“Esa experiencia por el Darién es horrible. Allá roban, matan, secuestran, violan. Soy una víctima de violación. Eso no se lo deseo a nadie”, explica a la agencia EFE emocionada una mujer colombiana de 50 años, sentada en la estación de autobús del lado costarricense.
“En el grupo de 50 personas que iba conmigo violaron a cuatro: violaron a una niña de 14 años, una como de 22, la otra como de 38 y a mí. Los atacantes nos dijeron que en cinco minutos había que subir una loma, allá en la loma pedían la plata, celulares (...) Entonces después de haber robado la plata y todo nos separaron a nosotras cuatro del grupo”, haciendo descender al resto, detalla.
Otra de las ‘pesadillas’ que los migrantes experimentan en esta jungla es el secuestro. La pequeña Victoria (2 años) no paraba de llorar. Ella también absorbió el sufrimiento de sus padres, quienes pasaron dos días en manos de una banda criminal colombiana.
“Los mismos guías que nos dijeron que nos harían pasar la selva nos secuestraron. Nos quitaron toda la comida, los bolsos, la medicina de la niña y dinero en efectivo”, relató Luis Fernando Galeano.
La familia debía pagar 400 dólares por cada uno para ser liberados. “Ellos pensaban que teníamos más dinero. Nos golpearon y nosotros solo le pedíamos a Dios que pueda librarnos. Finalmente se les ablandó el corazón y pudimos salir”, rememoró el oriundo de Mérida, Venezuela.
Para Luis, el Darién es “peor que el infierno”, y no solo por el secuestro, también porque pasaron dos días sin comer ni beber agua. “No le recomendamos a nadie que haga esto”.
‘PASEO’ DE CADÁVERES
“Vi varios muertos. Uno de ellos estaba prácticamente descompuesto, se le podían ver los huesos y como los insectos se lo comían. Las personas decían que se trataba de una mujer que llevaba días”. Darwin Cañazas trata de contener las lágrimas mientras describe la macabra escena en el Darién.
El migrante también fue asaltado en el trayecto. La frase “¿dinero o muerte?” retumbaba en su mente mientras cruzaba la selva. “Vi tantos muertos y robos en el camino, que cada cadáver lo asociaba con eso y no quería morir”, menciona con voz entrecortada.
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