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El dramático clamor de una madre desahuciada en Quinindé
“¡Ayúdenme, por favor!”, dice la mujer que requiere aplicarse dos inyecciones diarias para aplacar su tormento
En un modesto cuarto de 2x2 metros, en el barrio San Ramón, en la parroquia La Unión del cantón Quinindé, provincia de Esmeraldas, pasa sus días atormentada por el dolor Laura Viviana Ordóñez Cepeda, de 44 años, quien, a pesar de su diagnóstico de cáncer de útero hace dos años, se aferra a la vida.
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Laura se encuentra desahuciada. Hace tres meses, médicos intentaron ayudarla, pero la operación que esperaba con ansias se transformó en una cruel revelación: el cáncer se había extendido. “No podemos hacer nada más”, le dijeron y la enviaron de vuelta a su hogar con un dolor que no cesa.
Para mitigar ese sufrimiento, le inyectan morfina dos veces al día. “Si no se le ponen inyecciones, no puede dormir”, explica su tía Soraya Cepeda, quien derrama sus lágrimas al ver a su pariente postrada.
La angustia se apodera de los parientes que la cuidan, sabiendo que cada inyección cuesta entre $8 y $10, una suma inalcanzable para una familia que apenas sobrevive.
UN GRITO DESESPERADO
“¡Ayúdenme, por favor!”, grita Laura, y su voz desgarrada resuena en su habitación. Para llegar a su cuarto, hay que cruzar un puente rudimentario de caña sobre el río Cócola.
Laura pasa sus días en una cama vieja, retorciéndose de dolor, mientras su hermano José Ordóñez y su tía Soraya Cepeda luchan por darle un poco de alivio. Ellos permanecen a su lado, enfrentando el desgaste emocional y físico que la enfermedad ha traído.
De sus dos hijos, Laura no sabe nada. José, sin un trabajo fijo, es su pilar, acompañándola a citas médicas y buscando tratamientos, siempre sorteando la falta de dinero.
Los primeros síntomas de Laura fueron señales de alarma: sangrados frecuentes y dolor intenso. Sin embargo, la falta de dinero impidió que se realizara una intervención temprana que podría haber cambiado su destino.
BUSCAN AYUDA
La historia de Laura es un eco de sufrimiento que resuena en la memoria de su tía Soraya, quien también perdió a su madre por la misma enfermedad. “Mi mamá luchó siete años contra el cáncer de útero. Sé lo que es ver a un ser querido sufrir”, confiesa, mientras la acaricia con el anhelo de aliviar su dolor.
La familia lucha por obtener un bono estatal que podría permitirles adquirir algo para mitigar el sufrimiento de la paciente. Sin embargo, los trámites son un obstáculo más que escalar; los documentos necesarios están en Quito, y el viaje es un lujo que no pueden permitirse.
REQUIEREN PAÑALES MATERNOS E INYECCIONES
“Estamos pidiendo pañales maternos o cualquier tipo de ayuda”, dice Soraya con la voz quebrada, anhelando que la comunidad le tienda una mano para ayudar a Laura.
En medio de la penuria, su historia es un llamado a la empatía, recordando que detrás de cada diagnóstico hay una persona que merece vivir con dignidad. Quienes deseen ayudar a Laura pueden comunicarse al teléfono 098 069 4589.
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