Las Tinajas del Río Anzú, esculpidas por la fuerza incesante del agua de la cascada a lo largo de milenios, son un tesoro escondido del cantón Mera, en la provincia de Pastaza.

Estas dos formaciones naturales, una con un metro de profundidad y otra con dos metros, se encuentran en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Los Llanganates. Durante mucho tiempo, se mantuvieron como un secreto bien guardado hasta que, hace menos de una década, comenzaron a ser exploradas por turistas.

(Te invitamos a leer:  Quito: El tortuoso camino de los padres de niños con autismo para acceder a la educación)

Actualmente, hay 15 guías certificados disponibles para los visitantes, quienes pueden recorrer los senderos y admirar la belleza de la selva. Héctor Conde, presidente de la Asociación de Guías Locales, enfatiza la importancia de seguir los senderos para evitar desvíos inesperados.

Aunque recorrer los alrededores puede ser desafiante debido a la extenuante caminata, la sinfonía del canto de las aves y el suave murmullo del río ofrecen una experiencia sensorial única, que puede culminar con zambullidas en las tinajas de aguas cristalinas.

Cristina y Mishell, quienes recorrieron la ruta junto con unos amigos, encontraron que la recompensa tras la larga caminata valió la pena. Durante el trayecto, también aprendieron sobre las plantas medicinales y las mortíferas.

“Las Tinajas del Río Anzú no son solo un destino, sino una celebración de la belleza natural en su forma más pura”, recalcó Conde.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!