Cierto político dijo que la delincuencia en Ecuador era mínima y que lo que existía era una falsa percepción sobre el aumento de estos casos ilícitos y basaba su teoría en el número de denuncias que existían en aquel momento, comparada con años anteriores. Es de conocimiento público que la mayoría de estas fechorías quedan en el limbo, ya que los perjudicados optan por no poner la denuncia por lo engorroso del proceso y también por miedo a represalias que puedan tomar en su contra estas organizaciones.

Muchos han invertido su dinerito en cámaras de seguridad para sus hogares y locales de trabajos, en busca de crear una especie de supervisión invisible.

A pesar de todo esto, los ladrones sinvergüenzas y avezados no ven como amenaza la instalación de estos dispositivos y entran como ‘perros por su casa’ para llevarse hasta la ‘pelusa de los bolsillos’. Las redes sociales son el medio que usan los perjudicados para exhibir a estos inescrupulosos con la esperanza de poder identificarlos y evitar que cualquiera de nosotros sea una nueva víctima.

No, no es una “percepción”, es la realidad en que nos hundimos cada vez, que no nos deja vivir en paz, que nos ha encerrado en nuestros hogares, empujándonos a ser presos de la delincuencia.

El Gobierno tiene la obligación de hacer grandes esfuerzos para devolvernos la seguridad que tanto añoramos. Tenemos todo el derecho a volver a abrir las ventanas para respirar calma, no para que un pillo ingrese y nos ‘pele’ nuestras cuatro cositas...