Parece que el expresidente Rafael Correa no midió bien las consecuencias que traería la aprobación de una tabla de consumo de drogas. A lo mejor creyó que una dosis mínima no afectaría mucho y que al momento de ya no ser una actividad ilegal conseguir unos ‘cuantos gramos’ para uso personal, el mercado de la droga dejaría de ser un negocio rentable y que con esta tabla se podría reconocer a los consumidores de los traficantes.

Pero ocurrió todo lo contrario. El microtráfico proliferó, ganando terreno y adeptos, muchos de ellos jóvenes que veían la oportunidad de ganar dinero fácilmente. El negocio del microtráfico trajo ganancias y creación de pandillas que se disputan a diario territorios. Y ya no hablamos de microtráfico ni de pequeñas pandillas, ahora se trata de delincuencia organizada y tráfico de estupefacientes a gran escala.

Las muertes por sicariato se dan a diario y tristemente Ecuador se ha convertido en un país donde impera el temor de salir a las calles y la violencia. Los grandes delincuentes, en gran número privados de la libertad, manejan sus negocios tras las rejas y mandan a matar por encargo.

El Gobierno enviará a la Asamblea una propuesta para eliminar dicha tabla y se espera que este sea el comienzo del fin de una ola de violencia que lleva tiempo imperando en nuestro país. Ojalá el presidente Lasso tome otras medidas, más radicales, que terminen por devolvernos la paz que la droga nos quitó.