Nada más difícil que cerrar las heridas de un año que nos entró en el ‘guacho’, como dice nuestra gente en las esquinas, como un frío cuchillo. Despedimos el 2020 -algunos no lo quemamos para no agravar la salud de nuestros familiares que padecieron de COVID-19- con lágrimas y sin ese abrazo reparador que tanta falta nos ha hecho. O el hombro de un hermano o amigo para descargar nuestras penas y frustraciones, porque todos perdimos por la pandemia.
Pero hasta ayer nos lamentamos. No más pretextos para asumir nuestras responsabilidades. Es el momento de levantarnos. En este 2021, o nos ‘paramos tiesos’ o la volvemos a ‘embarrar’, y ya no estamos para soportar otro duro confinamiento, un mal gobierno u otra ‘farra’ descarada de la corrupción.
Debemos recuperar fuerzas y empezar fortalecidos este año, pero tenemos también en nuestras manos la oportunidad de elegir en febrero próximo a una persona capacitada que conduzca desde Carondelet el destino del país. Para esto debemos exigir a los 16 candidatos al sillón presidencial que respondan cómo resolverán los grandes problemas que mantienen en la extrema ‘chirez’ a un porcentaje alto de compatriotas, así como las deudas en salud, educación, seguridad y más. Y seamos verdaderos vigilantes de que estas se cumplan.