Una de las tantas ‘secuelas’ que ha dejado la COVID-19 ha sido la virtualidad en la educación de nuestros niños y jóvenes, un sistema que desde antes de la emergencia sanitaria ya venía con problemas, los mismos que se han acrecentado producto de esta pandemia. El presidente Guillermo Lasso, consciente de esto, ha exigido respuestas al Ministerio de Educación para implementar medidas que permitan mejorar los niveles de enseñanza en el país.

Uno de los principales problemas en este esquema es que muchos estudiantes no tuvieron acceso a esa virtualidad educativa, debido a la falta de recursos y herramientas tecnológicas necesarias para poder entrar a clases. Pero no solo ese es el problema, pues los padres de los niños que sí han tenido acceso a las clases virtuales manifiestan que no se aprende lo mismo que de manera presencial y, como consecuencia, se ha retrasado el ciclo de aprendizaje. Es que es muy difícil cuando solo se puede ver al maestro a través de una fría pantalla. Además las clases a distancia no les permiten a los niños interactuar entre ellos, como debería ser.

El desarrollo de un sistema de acceso a Internet más universal para todos los ecuatorianos es más que necesario, no solo por el ‘bicho’, cuyo ataque sigue imparable, sino porque es algo ya no del futuro, sino del presente. Deben bajarse los costos en el servicio, algo vital. Ya se empezó por quitarles impuestos a los equipos, pero hay que seguir en la tarea.