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Opinión

Editorial: Paraíso convertido en infierno

Lago Agrio, ciudad amazónica de nuestro Ecuador reconocida como un punto turístico por excelencia, por su variada y particular gastronomía, así como por sus paisajes naturales, ha dejado de ser ese paraíso terrenal que muchos añoran visitar para convertirse en el mismísimo infierno.

Al iniciar el 2022, esta población ha registrado una ola de violencia criminal sin precedentes. Esta nueva y triste realidad afecta en todos los aspectos: a sus habitantes, que deben guardarse temprano en sus casas por el temor a ser asesinados, y a los negocios, que viven gracias a la gente y se están llevando la peor parte. Solo en lo que va de enero se han registrado ya 21 asesinatos.

Y ya se sabe de dónde viene la raíz de tantas muertes: las autoridades advierten que estos sucesos están estrechamente vinculados con el narcotráfico, que a punta del terror quiere tomarse Lago Agrio para convertirlo en camino de paso de estupefacientes que vienen desde Colombia y tienen como destino final varios puntos del Ecuador. La forma en que se han dado estos crímenes hace pensar que se trata de gente especializada que en algún momento formó parte de las guerrillas colombianas.

Si bien el Gobierno ha concentrado todos los esfuerzos para frenar la ola de violencia que aterroriza a Guayaquil, ya no solo son las grandes ciudades las que requieren con urgencia que se apague ese fuego criminal. Ocurre igual, ya lo vemos, en Lago Agrio, como le pasa a Quevedo, Manta, Esmeraldas y hasta poblaciones pequeñas, como Puebloviejo. Y el común denominador en todas ellas: el poder por el manejo del mercado de las drogas.