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Opinión

Editorial: Enrejados y con miedo

No cabe duda de que Guayaquil es la ciudad de las rejas en las casas. Enrejados por miedo a la delincuencia y a la ola de muerte que azota al PuertoPrincipal, ya esta situación parece ser algo normal aquí.

Es que los robos se encuentran a la orden del día en la urbe porteña y suceden en todos lados, desde restaurantes y gasolineras, hasta centros comerciales, donde antes se pensaba que por lo menos uno se podía sentir más seguro. Con su sabiduría criolla, los antisociales se burlan de cualquier sistema de seguridad y vigilancia que pueda detectar situaciones de alarma.

Lo mismo ocurre en las casas, donde también se corre el riesgo de ser víctimas de la delincuencia, por lo que los guayaquileños han decidido blindar sus hogares hasta más no poder. Las instalaciones de cercos eléctricos, alarmas y cámaras tienen gran demanda. Tal es el temor, que muchos barrios han decidido organizarse con el fin de cerrar las peatonales, incluso yéndose en contra de las ordenanzas municipales, porque se sienten inseguros y si nadie va a cuidar sus espaldas, ellos mismos lo hacen.

Así, entre rejas y cercos, muchas casas del Puerto Principal se han convertido en pequeñas cárceles. Y es que ante tanta inseguridad y muerte que vemos a diario, todo se vale para mantenernos vivos y cuidar de los nuestros. Porque el peligro ya no se encuentra solamente en las calles, sino que también llega a tocar la puerta de nuestros hogares para hacer de las suyas, así que ningún gasto es en vano al tratarse de seguridad.