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Opinión
Editorial: Contrabando de humo
Es común encontrarse en las calles con jóvenes que a tan corta edad ya han adquirido el vicio del tabaco. Fumadores jóvenes que quizás sin conocer el riesgo que su consumo conlleva, lo hacen solo para (según ellos) estar a la moda y verse ‘chéveres’. Y el alto costo del cigarrillo en el país ha causado que suba como la espuma el contrabando de los mismos, lo cual no solo afecta a la recaudación fiscal del Estado en el tema de impuestos, sino que siembra una duda sobre la procedencia y calidad de este producto.
Aparte de que fumarse un tabaquito no trae nada bueno para la salud, comprarlos de contrabando, sin saber dónde fueron fabricados y a un menor costo, no nos asegura la calidad de lo que nos metemos al cuerpo. Si el cigarrillo siempre ha sido catalogado como dañino, peor serán los hechos de manera artesanal, sin cumplir ningún requisito sanitario para su elaboración. Igual que ocurre con el consumo de bebidas alcohólicas o hasta de medicinas adulteradas, que han ocasionado que algunos ‘estiren la pata’ por su consumo, podría suceder con estos cigarrillos.
El consumo de tabaco siempre ha sido dañino, sea adulterado, de contrabando o no. Debemos concientizar más a nuestros jóvenes para tratar de alejarlos de vicios como este; pero también nuestras autoridades deben establecer más mecanismos de control para frenar el contrabando de estos productos, pues no solo afecta al país en la recaudación de impuestos, sino en la salud de su población.