Guayaquil, y podría decirse que ahora también muchas otras partes del Ecuador, se han convertido en ciudades llenas de ‘zombis’ por las drogas y el alcohol. Toparse con adultos, jóvenes y hasta muchachitos consumiendo estupefacientes en las calles, como si nada pasara, como si fuese algo tan sencillo como llevarse una galleta a la boca, es una cosa tan común que ya no extraña.

¡Y cuidadito con llamarles la atención, eh! La normativa creada en el correísmo, con la polémica tabla de consumo de drogas, consintió y abrió las puertas a un problema que hoy lacera nuestra sociedad. No es solo el tema del narcotráfico a gran escala el que golpea al Ecuador, con toda la violencia que esto ha generado, llenando de sangre las calles (y las cárceles) con los asesinatos a diario en la lucha por el poder de la distribución de las drogas. Nada, absolutamente nada se ha hecho para atender a los miles de jóvenes que han caído en las redes de la adicción.

Igual pasa con el alcohol. Otros zombis. Sin control alguno de las intendencias, en casas, bazares, tiendas o donde sea se venden esas famosas botellitas de guanchaca a solo ‘una lata’ (un dólar).

Decenas de reportajes han hecho este y otros medios para mostrar las penosas escenas de chicos drogándose o emborrachándose con ese licor que ‘quema las tripas’ a vista y paciencia de todos, pero no ha habido mayores respuestas. Nos estamos llenando de zombis y ya todo parece normal. Tan normal.