A un hombre identificado como Chelo, sus familiares lo habían visto con vida por última vez el sábado 30 de julio, cuando les avisó que iría a revisar cómo estaban las cosas por su casa, ubicada en la cooperativa Paquisha, de Pascuales, en el noroeste de Guayaquil.

Él no residía en el sitio, que aún se encuentra en construcción, pero de vez en cuando se acercaba y los vecinos ya lo conocían. Sin embargo, no notaron que algo le había sucedido hasta que la mañana del lunes 2 de agosto sintieron un hedor que provenía del inmueble.

Al ingresar, vieron su cadáver y de inmediato recordaron que durante el fin de semana escucharon disparos. “No nos asombramos, porque por aquí es normal que anden disparando”, sostuvo un lugareño.

Los familiares de la víctima también fueron alertados y al llegar no pudieron contener el dolor que sentían. Incluso, los agentes tuvieron que consolarlos, porque una hermana de la víctima hasta quiso correr hacia el cuerpo cuando realizaban el levantamiento.

La policía indaga qué motivó este asesinato. El capitán Luis Mantilla precisó que la víctima tenía marcas de golpes y una herida ocasionada por un disparo.