Lily Phillips y Bonnie Blue son dos actrices pornográficas británicas cuyos nombres han sonado con fuerza en los últimos meses. Phillips ‘cuerpeó’ con 101 hombres en menos de un día, mientras que Bonnie superó este récord al tener sexo con 1.057 varones en 12 horas.

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En redes sociales, la mayoría de los usuarios las critica, mientras que sus suscriptores parecen disfrutar su contenido en silencio. Al final del día, ambas ganan cantidades exorbitantes de dinero a través de este ‘oficio’.

Sin embargo, no todo es placer, como ha revelado la misma Phillips en un documental producido por el youtuber Josh Pieters, quien la entrevistó antes y después del reto de los 100 ‘machos’.

Al concluir la orgía, Lily rompió en llanto y admitió que se sintió como una trabajadora íntima. Mencionó que algunos participantes se quejaron de no poder terminar en los cinco minutos disponibles, y otros le salpicaron los ojos con fluido íntimo.

Más allá de ser una experiencia desagradable, Phillips describió un sentimiento de desconexión hacia el resto de las personas. “Si no tuviera los videos, ni siquiera sabría que lo hice”, confesó, subrayando que su memoria de aquel día estaba disociada debido a la cantidad de hombres con los que estuvo.

Ante este escenario, Bonnie expresó su empatía por Phillips en una reciente entrevista, afirmando que “no todo el mundo está preparado para estas circunstancias”, reflexionando también sobre su propia experiencia.

La disociación y el costo de la fama en la industria del OF (página azul)

En el análisis de estos eventos, la sexóloga ecuatoriana Verónica Sempértegui explica: “Las personas podrían hacer algo así por un factor económico o una búsqueda de reconocimiento, fama o incluso poder. En el caso puntual de esta influencer que dijo que se disociaba, nos queda clarísimo que no hay excitación detrás del proceso. Excitación no hay cuando la mente está fuera del cuerpo”.

La sexóloga plantea hasta dónde se está dispuesto a llegar por fama. No se refiere solo a ‘cuerpeo’ en masa, sino también al hecho de que hay quienes arriesgan incluso sus vidas por notoriedad. “Esto va más allá de la sexualidad”, dice.

Sempértegui, además, expresa su preocupación por la integridad personal y psicológica de quienes participan en estos actos: “Si alguien no sabe por qué está haciendo algo, como Phillips, estamos ante una forma de abuso. Aunque el consentimiento fue dado al principio, en algún momento su voluntad cambió, y en lugar de detenerse, optó por desconectar su cerebro de su cuerpo. A mí me aterra esta situación”, lamenta.

La terapeuta destaca la importancia de comprender las motivaciones personales y los riesgos vinculados a las prácticas íntimas. Según la doctora, la responsabilidad sexual se encuentra cuando una persona actúa desde su propio deseo, siendo consciente de los riesgos físicos, emocionales y de embarazos no deseados.

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