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Pili Vera, Dayana Monroy María Mercedes Cuesta cuentan sus experiencias cuando fueron acosas realizando su trabajo.Granasa

Reporteras, víctimas de acoso sexual

Luego del desagradable episodio que vivió una periodista española, tres ecuatorianas cuentan las historias que les tocó vivir detrás de pantalla

Cuatro periodistas de personalidades, nacionalidades y edades distintas, pero con algo en común: fueron acosadas durante una cobertura televisiva. Ellas no pidieron ser tocadas ni escuchar obscenidades, solo trabajaban.

El tener un micrófono en la mano y estar siendo grabadas por una cámara no las salvaron de depravados sexuales, a quienes, en algunos casos, no les importó que su rostro sea público, con tal de hacerles daño.

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El caso más reciente y que fue viral fue el de la reportera española Isa Balado. Estaba transmitiendo desde la calle la noticia de un asalto a un local comercial, para el canal Cuatro, cuando un hombre le manoseó las nalgas. El sujeto fue detenido y es investigado por el delito de agresión sexual.

Una escena que quedó registrada y por la que posiblemente se haga justicia. Algo que no pasó en el caso de la periodista ecuatoriana Dayanna Monroy, quien vivió la misma situación. La tocaron sin su autorización, pero no hubo pruebas, tampoco lo dio a conocer a las autoridades correspondientes.

“El tema del acoso lo veía diariamente en las coberturas. ¿Si alguna vez me tocaron? Sí, exactamente como la tocaron a Isa, pero no estábamos grabando en ese momento. Hace algunos años estaba haciendo una cobertura en el centro de Guayaquil cuando pasó. Te quedas sin un poder de reacción, no sabes qué decir. Cada vez que grabábamos en la calle 9 de Octubre, en la Machala, los comentarios, las miradas, los gestos, las palabras siempre estuvieron presentes”, narra Dayana con indignación mientras frunce el ceño.

Explica que el tema del acoso ya llegó a su máxima expresión. Ahora ve hombres tocar a mujeres de una manera bastante natural y la reacción de ellas es de impotencia porque no saben qué hacer. Lo siente, porque precisamente a ella le pasó.

“(...) Es una muestra clara de cómo el acoso y la violencia a la mujer están en todos los escenarios y que muchos hombres son capaces de hacerlo, pese a que todo el mundo los vea”, añade.

Monroy vivió tantos momentos en los que lamentablemente fue acosada. “Podemos pensar que la cámara podría intimidarlos, pero la verdad es que no”.

“A las mujeres nos toca crecer con eso, y cuando te lo hacen y eres muy joven o recién te pasa, puedes tener una reacción de shock. Tuve muchas así, pero claro, ahora mi reacción es de pedir explicaciones y decirle qué haces, levantar mi voz”.

La última vez que le sucedió fue en una cobertura en el Malecón del Salado, cuando un hombre le estaba diciendo y haciendo muestras obscenas. Dayanna agarró el micrófono y lo enfrentó.

“Recuerdo que le dije que por qué lo hacía, que lo único que quería era trabajar, no estaba molestando a nadie, no merecía eso. Merezco sentirme segura”, agrega.

Pero, ¿qué pasa si eres acosada?, ¿es penalizado en el Ecuador? Según el fiscal César Peña, sí lo es, y el delito consta en el artículo 166 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), en el que se lee que “la persona que solicite algún acto de naturaleza sexual” cae en ese delito, y se aclara incluso que cualquier forma “que implique subordinación de la víctima” puede ser sancionado “con pena privativa de libertad de uno a cinco años”.

El abogado Lenin Duque agrega que agarrar la nalga o tocar a una persona sin su consentimiento es un delito. Se podría denunciar por abuso sexual.

El artículo 170 del COIP estipula que: “La persona que, en contra de la voluntad de otra, ejecute sobre ella o la obligue a ejecutar sobre sí misma u otra persona un acto de naturaleza sexual, sin que exista penetración o acceso carnal, será sancionada con pena privativa de libertad de tres a cinco años”.

No importa la edad o profesión

La periodista María Mercedes Cuesta recuerda que cuando comenzó como reportera de televisión le tocaba hacer coberturas en los exteriores de la Penitenciaría, en colegios masculinos o en donde habían muchos hombres.

“Sufrí acoso, pero no de ese que te tocan, fue de esos besos morbosos y que te digan ‘mamacita rica’, entre comillas piropos, porque en realidad no son piropos. Me sentía mal y no me gustaba hacer ese tipo de coberturas”, menciona.

Explica que el morboso nunca se intimidó por un micrófono o la cámara, peor en la actualidad.

“En mi caso me quedaba muda. Sentía que estaba representando un canal, que tenía el nombre del canal en el pecho o la frente. Hacía mi trabajo, pero me sentía muy mal (...) En esa época no era tan común hablar del acoso, ahora se ha visibilizado. Es un tema muy cultural y propio de los hombres, si tu padre y abuelo lo hacían, lo ves normal”, detalla.

Aunque han pasado casi dos décadas de eso, es inevitable que Cuesta no reviva aquellos sentimientos de impotencia, los cuales hacen que su tono de voz cambie.

“Uno se sentía horrible. Muchas veces cuando terminaba las coberturas se me salían las lágrimas, pero tampoco podía hacer mucho. No podía ir donde el director de noticias y decirle que no me mande a esas coberturas, porque nosotros (los periodistas) nos forjábamos en hierro, en fuego, con piedras, era nuestro trabajo y punto”.

María Mercedes recalca que no importa la edad, cómo salgas vestida, o si estás trabajando, ya que el acoso se está volviendo algo tan común. Hace varias semanas y con 49 años fue acosada por un tipo cuando salía de un evento. Él la persiguió tres cuadras diciéndole “cosas horribles, estaba aterrada y se me bajó la presión. Llegué mal a mi casa, totalmente descompuesta por el susto”.

Asustada por un ‘grandote’

Fue en octubre de 2022 cuando la reportera Pilar Vera realizaba la cobertura del festejo de los hinchas que se divertían en Puerto Santa Ana, antes del partido de la final de Copa Libertadores entre Flamengo y Athletico Paranaense. Ese día fue acosada por primera vez.

“Había un hombre gigante a mi lado, me sentí una hormiguita. Me decía que se quería casar conmigo, me tocaba, me abrazaba, pero en mi mente sabía que no podía mostrar una mala imagen, tenía una cámara que estaba grabando, no podía hacer nada, solo le preguntaba cómo lo estaba tratando Guayaquil, pero él no dejaba de abrazarme”.

Por su mente pasaron muchas ideas de soltarse, pero jamás pensó que el público lo notaría y que esa transmisión se haría viral.

“Estaba con una chaqueta mangas largas, con una blusa suelta, no tenía nada que ver la vestimenta. Ahora puedo decir que sí fui acosada porque me sentí intimidada, no reaccioné mal porque estaba transmitiendo, y pensé que me podía hacer algo el hombre. Muchos me dijeron que debía denunciar, pero quise pasar la página de ese mal momento”, finaliza.

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