Por primera vez en 61 años de historia no se realizará el certamen de Reina de San Francisco de Quito, que se hacía a finales de noviembre y era lo que marcaba el inicio de las fiestas de la ciudad. Esto por la pandemia del coronavirus, ante ello Estefanía Barreno se quedará con la banda y la corona por un año más.

La beldad contó a EXTRA que cree que la vida le tenía preparado el título de ser la mujer que cambiaría la historia, no solo porque por primera vez una misma chica estará en el cargo por dos años consecutivos, sino que en ella también recayó el hecho de que el concurso cambió de nombre, pues antes de 2019 -cuando fue electa- se lo conocía como Reina de Quito y contaba con el apoyo del Municipio.

Esos sucesos le dieron mayor responsabilidad frente al mundo y le hicieron madurar más.

“Es una mezcla de sentimientos y la vida me puso aquí para aprender”, aseguró, ya que además le tocó enfrentar una pandemia, lo que hizo que la gran mayoría de cosas que tenía planeadas no se realicen porque dependían de los eventos para brindar ayuda social, por lo que se las ideó para buscar la manera de llegar a sectores vulnerables durante la emergencia sanitaria.

En íntimo

El hecho de quedarse otros 12 meses también cambió sus objetivos personales, ya que tenía pensando emprender en un negocio de comida porque es nutricionista.

Incluso, sus ganas de enamorarse quedaron aplazadas, pues actualmente se encuentra soltera; entre risas, dijo que aunque ha tenido algunos prospectos los ha tenido que rechazar por enfocarse más en su trabajo. “Todo llegará a su tiempo, sin presión, vivo feliz sin celos”, mencionó.

Al ser una figura con tantas actividades a veces es difícil para ella encontrar un hombre que lo entienda, por lo que las pocas horas libres que tiene las prefiere pasar junto a su familia haciendo postres, el de tres leches y el pie de limón son sus preferidos.

Con una sonrisa contó que duerme con pijama, nada sexy, y que su posición preferida para hacerlo es boca abajo. Eso sí, todas las luces de su recámara tienen que estar apagadas para conseguir un buen descanso.