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Michael Morales: “El dolor es lo de menos”
El peleador ecuatoriano firmó con la empresa más grande de artes marciales mixtas en el mundo, UFC. Su pasión por el deporte viene en la sangre
Michael Morales, nuestro segundo ecuatoriano en firmar contrato con la empresa más grande de artes marciales mixtas en el mundo, la UFC (Ultimate Fighting Championship), confirmó que continuará entrenando en Tijuana, México, un par de años más.
EXTRA habló con él sobre su contrato, que firmó para tres peleas que iniciarán en marzo de 2022, aunque, aclaró, todo depende de su desenvolvimiento, pues le pueden programar más o menos que la cantidad pautada.
El joven, de 22 años y oriundo del cantón Pasaje, en la provincia de El Oro, habla de los duros entrenamientos y cómo su parte emocional se encuentra en total equilibrio gracias a su mamá Katty Hurtado, quien es su motivación.
¿De dónde nace su pasión por las artes marciales mixtas?
En mi familia siempre existió el deporte. Mis padres son judokas, entonces siempre estuve en la lona desde niño. Entrené desde los 6 años, y aunque me gustaba, lo mío era la lucha olímpica y empecé a entrenarla desde los 10. Un día mi papá me llevó a un gimnasio en Machala, del señor Víctor Vallejo y David Chamaidán, y empecé a entrenar artes marciales mixtas con ellos. A los 15 hice mi debut profesional en las peleas.
El pasado 21 de septiembre obtuvo un contrato con la UFC, ¿fue un sueño cumplido?
No, es una meta. Mi sueño es darle todo a mi mamá, comprarle una casa y poderla visitar. Mi objetivo es brindarle todo mi apoyo a ella y a mi familia. En realidad lo de la UFC lo planeé para cuando cumpliera 25 años, pero las cosas se fueron dando. Me mudé a Tijuana, México, para entrenar, no pensé que a mis 22 firmaría con UFC.
El país está pendiente de usted, ¿siente presión?
No, trato de llevar las cosas con calma. Mi familia siempre me ha apoyado, tratan de que esté bien y en buenas manos. Ahora solo estoy enfocado en lo mío, en lo que me gusta. Veo el apoyo de la gente y por eso entreno, para darle ese gusto y alegría al país, pero para darles triunfos tengo que entrenar mucho y eso es lo que hago.
Sabemos que no soporta que le pongan la espalda en el suelo del octágono, ¿lo está superando?
(Risas) Es cierto. El deporte que menos me gusta es el jiu-jitsu, por eso es al que más duro le doy. Cuando entrenaba con Víctor me escapaba de esas clases y me iba a lucha o boxeo. A los 16 años perdí una pelea con un quiteño de apellido Centeno, fue en amateur y justamente me finalizaron con jiu-jitsu. Desde entonces cambié mi mentalidad y ahora hago de todo.
Pero le enoja que le toquen el rostro...
¿Cómo sabe eso? La verdad es que sí. Nunca me gustó que me golpeen la cara. Hubo una ocasión en que con un golpe me cortaron la ceja derecha y exploté. Creo que fue en mi segunda pelea y con un guayaquileño. No aguanté las ganas de pelear y le di con todo.
En el octágono es rudo, pero con mamá cambia.
Son dos cosas distintas. El objetivo del deporte (artes marciales mixtas) no es ser malo o hacer daño. Esto es un deporte como el boxeo, judo o natación, aunque un poco más agresivo. Siempre trato de saludar antes de iniciar la pelea, también después porque tengo que agradecer por compartir el octágono. No quiero caerle mal a nadie, porque esto es un deporte en el que debemos ser rudos ahí, pero no fuera.
¿Y algún contrincante lo dejó con la mano estirada?
Hasta el momento, no. Me han provocado antes de la pelea, me han empujado, me han dado cabezazos, pero mantengo la calma, porque el desquite viene en la pelea. Me desquito solo en el ring.
En una escala del 1 al 10 ¿cuánto duele el cuerpo después de una pelea?
Diez, pero el dolor es lo de menos, para mí la sensación de haber ganado es lo mejor que se puede experimentar. En mi última pelea tuvieron que operarme la oreja y mi rodilla aún sigue en terapia. No le ‘paro bola’ al dolor, trato de recuperarme rápido y hacer las cosas bien para entrenar enseguida.
¿Y los morados y lesiones?
Solo voy a terapia, mi alcohol para la herida y ya. En la oreja sí tuve que ir al médico, porque es normal que se dañen por las peleas. Me hicieron un corte en la oreja derecha y me drenaron la sangre que tenía. Estuve una semana con vendaje. Ahora ya tengo las orejas de peleador, pero gracias a Dios estamos bien.
El Chito Vera pone cumbia en el camerino... ¿y usted?
Llamo a mi mamá, le digo que voy a pelear, me pega sus insultos y sus regañadas para motivarme. Ella con la llamada sabe que me muero de miedo. Sé que soy peleador, pero eso no me quita el miedo. Ella trata de que me controle.
¿Es engreído?
Sí, soy engreído y mucho. Mi mamita me quiere y me adora, por eso trato de verla feliz.
¿Qué es lo que más le ha costado hacer para llegar a tener el contrato con la UFC?
Dejar a mi familia y a mi mamá para ir a entrenar a México. Recién la veo luego de 9 meses.
Vivo en Tijuana, pero trato de no perder la comunicación. Sé que cuesta, la distancia es dolorosa, sin embargo, mi familia comprende porque todos son deportistas.
Nos llegó el dato que vivió cerca de un año en un gimnasio...
¡Guao...! No sé cómo supieron, pero es real. Fue en Machala, en la provincia de El Oro. En pandemia cerraron los gimnasios y no tenía dónde entrenar. Quise hacerlo en casa, pero le tiraba las mesas y muebles a mi mamá y no se podía. Hablé con mi equipo de entrenadores y me consiguieron un departamento en la parte de arriba de un gym. Todos los días bajaba a prepararme.
¿Cuántas horas y días entrena a la semana?
Tres sesiones al día. En la mañana desde las 09:00 a 10:00. Ya en la tarde de 17:00- 18:00 y en la noche de 21:00 a 22:00. Mis dietas dependen mucho del tiempo en el que me encuentro. Si voy a pelear es algo muy ligero y la mitad de lo normal, o sea como vegetales y proteína. Algo que te puedo confesar es que no me gusta el brócoli, siempre hago que me cambien eso en las comidas, no lo soporto.
Tuvo la oportunidad de hacerse policía o ir al ejército ¿qué pasó?
¿Cómo lo supieron? Es cierto, pero no era lo mío. Tengo tíos que son militares, pero no me sentía cómodo pensando en lucir el uniforme, me miraba entrenando, sudando y peleando. Siempre me vi en un octágono con unos guantes.
¿Por qué el irse a Tijuana a entrenar y no continuar aquí?
El deporte aquí es igual que en el exterior, nada más que allá hay más peleas y eventos, por ende, más oportunidades, entonces eso me ayudó (...) Aquí también están bien las cosas, pero hace falta que los ‘pelados’ salgan porque las competencias no son tan seguidas como allá.
¿A qué le dedica más tiempo: al striking, grappling o jiu-jitsu?
Trato de hacer todo por igual, pero más entreno lucha olímpica.
Este deporte es de mucha fuerza y mentalidad, ¿en algún momento sintió que no podía?
Hay momentos en que los pilares se quiebran y se pierda la voluntad, incluso me ha pasado, pero siempre está mi mamá pendiente. Cuando siento que me voy a quebrar la llamo y le digo lo mal que estoy; lloro por videollamada, pero me pega mi retada, me pide seriedad y me recuerda que esto es mi vida. Ahora en Tijuana tengo una psicóloga deportiva con la que converso y me ayuda a canalizar todo esto.
El presidente de la UFC, Dana White, le pidió calma ante la fama que se le viene...
Lo tengo claro. Mi mamá no permitiría que se me suba el ego. Solo estoy enfocado en ganar.