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Mario Pineida (atrás), defensa de Barcelona SC, detenido con una dura entrada a Fidel Martínez, delantero de El Nacional, en el duelo por la Copa Libertadores.EFE

Barcelona SC ganó la primera guerrilla

Los toreros superaron a El Nacional en Quito y la revancha será el miércoles 26 en el Monumental. El ganador irá a la fase 3 de la Copa Libertadores.

Años 70, Ecuador debuta como país petrolero. Los rivales se enfrentan en el Atahualpa. Con la grada a tope, a la General Sur arriban un centenar de amarillos: naranjazos gratis, fiesta y tensión.

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Como dice ‘El pastorcillo’: yo moriré bailando, yo moriré gozando.Cortesía Esteban Michelena

- Monoooo, ¡súbete a los árboles! -gritaban los grises.

- Serranooo… ¡come papa con gusano! -los amarillos.

El templo del fútbol con 40.000 hinchas. Militares apostados en el pasillo superior del graderío, cerca a las guatitas. El historiador Antonio Ubilla lo recuerda.

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“En 1975, Barcelona enfrenta una crisis: los jugadores no se presentarían al partido. Washington Chanfle Muñoz y Jorge Pibe Bolaños convencen al plantel: toman un bus, viajan como diez horas. Y le ganan a El Nacional”.

Antonio lo afirma: es un clásico, confronta dos maneras de entender, vivir y hacer el fútbol; la tensión regional existe y se expresa en las gradas y en el campo.

Sur Oscura vs. Marea Roja

Cincuenta años más tarde, el miércoles, las barras animan un partido aparte. La Sur Oscura llenó su general norte y parte de preferencia; el resto es de la Marea Roja. Cantan letras sobre canciones populares, las dos con estribillos ‘no radiales’.

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Exigen entrega y triunfo: no paran un minuto, agitan trapos, elevan puños. Los rojos recibieron a sus cracks con juegos pirotécnicos; los amarillos, con un estruendo que, cuando calló la barra militar, reventó en el estadio y alrededores.

Mr. Castle vs. El Turco

Creatividad y ñeque: el capibara también es de Barcelona.Cortesía Esteban Michelena

Castillo es un galán: su porte y elegancia en cancha recuerdan las ‘pelis’ y pinta de Malcolm X. El Turco: gordito y con ropita de trabajo. Intenso, de ida y vuelta, el juego era para empate, los dos erraron chances de gol.

El amarillo tuvo suerte. A los 77 minutos embocó: Valiente en tiro libre, roza Rivero, toca al zaguero Vélez, adentro. El Rojo prevaleció en el segundo tiempo, sin eficacia. Barcelona se defendió con todo: cuando se perdió el orden y su medio campo fracasó, la sacaron ‘bartoleando’.

Las finales se juegan en la calle

Jason y su mamá, María Villagrán, tienen un taller de confecciones en Guano. Ante un juego de Barcelona, cosen y viajan tras el equipo. El chico es el duro: sus camisetas le dejarán unos 200 dólares. Luego, toma tu bus: cuatro horas, destino Guano.

Otro vendedor pregona su invento: es el capibara vestido de torero. A un dólar el más pequeño, deben quedar unos 100 dólares en caja. A metros, un venezolano canta cumbias y montunos: su huiro luce el amarillo Barcelona.

A la salida del Atahualpa, los vendedores han recogido sus tesoros que, envueltos en chalinas y plásticos, aguardan por el flete de la camioneta, directo a la terminal terrestre.

El abuelito cantante, sus últimos pregones. ‘El pastorcillo’, tropical venezolana. “Yo moriré bailando, yo moriré cantando”, canta el flaco, más sabroso que dos pescados. ¡Dios te oiga, hermano!

Jason Lema, desde Guano, camisetas y esperanza.Cortesía Esteban Michelena

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