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Barcelona SC ganó la primera guerrilla
Los toreros superaron a El Nacional en Quito y la revancha será el miércoles 26 en el Monumental. El ganador irá a la fase 3 de la Copa Libertadores.
Años 70, Ecuador debuta como país petrolero. Los rivales se enfrentan en el Atahualpa. Con la grada a tope, a la General Sur arriban un centenar de amarillos: naranjazos gratis, fiesta y tensión.
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- Monoooo, ¡súbete a los árboles! -gritaban los grises.
- Serranooo… ¡come papa con gusano! -los amarillos.
El templo del fútbol con 40.000 hinchas. Militares apostados en el pasillo superior del graderío, cerca a las guatitas. El historiador Antonio Ubilla lo recuerda.
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“En 1975, Barcelona enfrenta una crisis: los jugadores no se presentarían al partido. Washington Chanfle Muñoz y Jorge Pibe Bolaños convencen al plantel: toman un bus, viajan como diez horas. Y le ganan a El Nacional”.
Antonio lo afirma: es un clásico, confronta dos maneras de entender, vivir y hacer el fútbol; la tensión regional existe y se expresa en las gradas y en el campo.
Sur Oscura vs. Marea Roja
Cincuenta años más tarde, el miércoles, las barras animan un partido aparte. La Sur Oscura llenó su general norte y parte de preferencia; el resto es de la Marea Roja. Cantan letras sobre canciones populares, las dos con estribillos ‘no radiales’.
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Exigen entrega y triunfo: no paran un minuto, agitan trapos, elevan puños. Los rojos recibieron a sus cracks con juegos pirotécnicos; los amarillos, con un estruendo que, cuando calló la barra militar, reventó en el estadio y alrededores.
Mr. Castle vs. El Turco
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Castillo es un galán: su porte y elegancia en cancha recuerdan las ‘pelis’ y pinta de Malcolm X. El Turco: gordito y con ropita de trabajo. Intenso, de ida y vuelta, el juego era para empate, los dos erraron chances de gol.
El amarillo tuvo suerte. A los 77 minutos embocó: Valiente en tiro libre, roza Rivero, toca al zaguero Vélez, adentro. El Rojo prevaleció en el segundo tiempo, sin eficacia. Barcelona se defendió con todo: cuando se perdió el orden y su medio campo fracasó, la sacaron ‘bartoleando’.
Las finales se juegan en la calle
Jason y su mamá, María Villagrán, tienen un taller de confecciones en Guano. Ante un juego de Barcelona, cosen y viajan tras el equipo. El chico es el duro: sus camisetas le dejarán unos 200 dólares. Luego, toma tu bus: cuatro horas, destino Guano.
Otro vendedor pregona su invento: es el capibara vestido de torero. A un dólar el más pequeño, deben quedar unos 100 dólares en caja. A metros, un venezolano canta cumbias y montunos: su huiro luce el amarillo Barcelona.
A la salida del Atahualpa, los vendedores han recogido sus tesoros que, envueltos en chalinas y plásticos, aguardan por el flete de la camioneta, directo a la terminal terrestre.
El abuelito cantante, sus últimos pregones. ‘El pastorcillo’, tropical venezolana. “Yo moriré bailando, yo moriré cantando”, canta el flaco, más sabroso que dos pescados. ¡Dios te oiga, hermano!
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