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Verónica Songor y sueño de alto riesgo: “Quiero ser la mejor de todas las policías"

 Verónica Songor Tapia siempre anheló ser policía. Sin embargo, un ataque mientras trabajaba la mantiene luchando entre la vida y la muerte. Su tutora, una compañera de colegio y dos de los cuatro uniformados que la auxiliaron tras el ataque en la UPC donde labora la definen como una mujer fuerte, disciplinada y aferrada a sus principios.

En febrero de 2021 se incorporó como policía. Sus padres fueron su principal apoyo.
En febrero de 2021 se incorporó como policía. Sus padres fueron su principal apoyo.Cortesía

Cuando a Verónica Mireya Songor Tapia sus familiares, amigos y profesores le preguntaban qué quería ser de adulta, ella sin dudarlo respondía: “Policía, quiero ser policía”. En febrero de 2021, el anhelo de la lojana se cristalizó. Se incorporó como policía nacional y desde aquel entonces es parte de los 50.000 agentes que integran esta institución.

Sin embargo, una tragedia rompió su sueño. Hace ocho días, la madrugada del domingo 9 de octubre, dos individuos arremetieron a bala en contra de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de la conflictiva Socio Vivienda 1, en el noroeste de Guayaquil, donde labora desde febrero pasado.

En el ataque, Verónica, de 24 años, llevó la peor parte, siete disparos ingresaron a su cuerpo y la mantienen hospitalizada. Su estado de salud es crítico y podría tener secuelas, pues sufrió tres paros cardiorrespiratorios y su cerebro dejó de recibir fluido sanguíneo.

La joven de ojos color café, lunar redondo en el labio superior izquierdo y 1.60 de estatura, es la tercera de cuatro hermanos y desde que estaba en la escuela deseaba servir al país como uniformada, cuentan quienes la conocen.

Mariuxi Samaniego, quien fue su profesora y tutora en la Unidad Educativa Pío Jaramillo Alvarado, en el centro de Loja, en donde Verónica cursó desde el primero al tercer año de bachillerato, la recuerda como una estudiante disciplinada, solidaria, amigable, cumplida en sus tareas y serena.

Verónica Songor  (derecha) se graduó de bachiller en julio de 2018. Aquí junto a sus compañeras.
Verónica Songor (derecha) se graduó de bachiller en julio de 2018. Aquí junto a sus compañeras.Cortesía

“Nunca tuvimos quejas de su desempeño. Al contrario, siempre buscaba sobresalir en sus estudios. En el tercer año de bachillerato fui su tutora y en los talleres, cuando les preguntaba a los estudiantes qué iban a estudiar al terminar el colegio, Songor respondía que su deseo era ser policía. Para aquel entonces uno de sus hermanos ya se había graduado como policía”, rememora la docente.

Durante los últimos tres años de colegio, Verónica no escogió una especialización y junto a un grupo de 15 chicos se graduó del bachillerato unificado. “Ella siempre tuvo claro lo que quería ser”, agrega.

19 meses en la institución tiene la policía Verónica Songor. Desde que se graduó presta servicios en la UPC de Nueva Prosperina 2.

Verito, como la llaman de cariño sus familiares y amigos, se graduó del colegio en julio de 2018. Un año después, en mayo de 2019, en San Miguel de Bolívar, inició el proceso de selección para aspirante a la institución. Finalmente, en 2021 se incorporó como técnica en seguridad ciudadana y orden público de la Policía Nacional. La ceremonia se realizó en Cuenca.

Gisella Matalio, su compañera de colegio y una de las amigas con la que compartía cada vez que visitaba su tierra natal, la define como una joven tranquila, humilde, amistosa, a quien admira por su vocación de servir al prójimo y porque siempre ha tenido claro lo que quiere para su presente y futuro.

“Cuando la licenciada nos preguntaba qué queríamos ser, Verito decía en voz alta: ‘quiero ser policía, quiero ser la mejor de todas las policías’, por eso para quienes la hemos conocido y tratado nos cuesta asimilar que hoy esté en una cama luchando por su vida y que todo ocurrió mientras ella cumplía sus labores en la profesión que ama. Vero es una mujer fuerte, ella se va a parar y seguramente no va a desmayar en su deseo, ya le veo otra vez vistiendo con orgullo su uniforme”, manifiesta Gisella.

En los vidrios de la UPC aún están las  huellas del ataque con proyectil.
En los vidrios de la UPC aún están las huellas del ataque con proyectil.AMELIA ANDRADE

Verónica es la mayor de dos hermanas y la segunda de los Songor Tapia en pertenecer a la institución policial.

“Fibrita se pondrá de pie”

Cinco minutos antes del ataque a la UPC, la policía le envió un mensaje de WhatsApp a su superior, el subteniente Luis Jiménez, solicitándole que le compre una botella con agua. El oficial, también lojano, y otros tres compañeros, quienes estaban de turno y realizaban patrullajes por la zona, fueron los primeros en socorrerla, tras recibir la llamada de auxilio.

Al llegar verificaron que los delincuentes habían derribado la puerta de ingreso, que los vidrios de las ventanas y puertas tenían disparos, y que su colega estaba ensangrentada y tirada en el piso.

“Con cuidado la colocamos en un colchón que tomamos de la bodega, lo convertimos en camilla. La subimos al balde de un patrullero y la llevamos al hospital de Monte Sinaí. Allí la estabilizaron, pero por su estado crítico la trasladamos al hospital de la Policía. Al no contar con un médico cirujano la derivaron a la clínica Guayaquil. Cuando llegó ya no tenía signos vitales. Si hubiéramos esperado la ambulancia seguramente moría”, cuenta Jiménez.

El lugar donde estaba sentada la agente cuando llegaron a balear la estación policial.
El lugar donde estaba sentada la agente cuando llegaron a balear la estación policial.AMELIA ANDRADE

El policía manifiesta que desde hace un año trabaja con Verónica y que su amistad se ha fortalecido porque ambos son de Loja “Siempre le repetía: ‘Usted tiene que ser fibrita, los lojanos somos buenos y debemos hacer quedar bien a nuestra provincia’”.

Explica que el término ‘fibrita’ lo utilizan para policías que son puntuales y trabajadores y que esas cualidades definen a su compañera y amiga. “Fibrita se pondrá de pie, es una mujer luchadora y seguramente pronto la tendremos ejerciendo sus labores en la institución”, sostiene el oficial.

El jefe del subcircuito de Nueva Prosperina 2, el subteniente Christian Carrasco, quien también ayudó a socorrer a Verónica, coincide con Jiménez en cuanto a las virtudes de la joven y sus ganas de vivir. “Es una mujer muy fuerte y lo ha demostrado, ha sobrevivido a tres paros cardiorrespiratorios. Ella se aferra a la vida. No puedo sacar de mi mente esa trágica madrugada, ver a nuestra compañera bañada en sangre. Nosotros no podíamos quedarnos sin hacer nada, teníamos que coordinar e hicimos todo para salvar a Verónica”.

Verónica Songor Tapia formando  en la Unidad de Policía donde prestó servicio hasta el 9 de  octubre  pasado.
Verónica Songor Tapia formando en la Unidad de Policía donde prestó servicio hasta el 9 de octubre pasado.Cortesía

Sumidos por el dolor y la angustia, los familiares de la uniformada prefieren no hablar sobre lo ocurrido. Su padre Juan Songor, mediante mensajes de WhatsApp, le confiesa a EXTRA que lo que más admira de su hija es su valor y fortaleza:Verónica es una mujer luchadora que saldrá de esta situación”.

El resultado de ayer (viernes) es un examen malo, científicamente las cosas no se están dando. Si no hay actividad cerebral puede ser retirado el respirador, ya eso depende de la familia y la institución”.Roberto Gilbert Febres-Cordero, médico

Con fe y oraciones, familiares, compañeros y amigos, recomponen el anhelo más grande de Verónica: “ser la mejor de todas las policías”. Esperan verla de nuevo sonreír.

Electroencefalograma nada alentador

El viernes 14 de octubre se cumplieron los cinco días que debían esperarse para conocer el estado del cerebro de Verónica.

El doctor Roberto Gilbert Febres-Cordero, director de la clínica Guayaquil, explicó que se le realizaron varias pruebas médicas para saber si el cerebro de la policía está activo, pero lamentablemente el electroencefalograma (estudio de la función cerebral) reveló que las ondas cerebrales son de muy bajo voltaje, por lo que podría tener daños en ese órgano. Aclaró que será necesario hacerle otro examen para determinar si existe o no muerte cerebral.

“Desconectar a un paciente depende de la voluntad y la capacidad que tienen los familiares de mantenerla con vida artificial por tiempo delimitado. Se han visto casos en que las ondas vuelven a la cabeza. Lamentablemente, el resultado de ayer es un examen malo, científicamente las cosas no se están dando”, sostuvo.

Indicó que la uniformada ingresó con heridas múltiples causadas por proyectiles y que su situación siempre desde el principio ha sido crítica. “Cuando se para el corazón no expulsa sangre y esta no llega al cerebro. Varias veces reanimamos su corazón y volvió a latir, pero el cerebro es un órgano muy noble y si pasan más de cinco minutos sin suministro de oxígeno puede causar la muerte o daño cerebral de un paciente. Sin embargo, se ha dado un milagro y este podría ser uno. Recemos por ella”.