En el norte y sur de Quito, dos hombres fueron asesinados a plomo en menos de 24 horas, al estilo sicariato. Uno de los hechos violentos se suscitó a las 11:00 de ayer en la calle Leonidas Dubles, en Caupicho, sur de la ciudad.

Un hombre fue baleado cuando se cortaba el pelo en un local de la zona. En los informes preliminares de la policía se determinó que no se trató de un asalto, pues las pertenencias de la víctima estaban intactas.

Su vehículo estaba parqueado afuera del local. Según las primeras indagaciones, el asesinado registraba tres antecedentes penales. Los agentes que tomaron procedimiento indicaron que la víctima recibió, al menos, tres impactos de bala, tanto en la cabeza como en el pecho.

Su cuerpo fue llevado a la morgue para los exámenes legales. Mientras tanto personal de Criminalística revisaba cámaras del sector para ubicar a los responsables del hecho. Se presume que se movilizaban en una motocicleta.

Los moradores del sector estaban temerosos por esta situación violenta que ha llegado a su zona así como a la capital.

Pugna por drogas

El otro crimen se produjo en el barrio Mirador de Pomasqui, en San Juan de Calderón, norte de Quito. Allá fue hallado el cadáver de un hombre la tarde del miércoles. Él registraba cuatro antecedentes penales por delitos como tráfico de drogas.

El teniente coronel Mario Morán, comandante del Distrito La Delicia, informó que los asesinos y la víctima presuntamente se movilizaban en una camioneta doble cabina y en un auto. Añadió que 10 sujetos hicieron bajar al hombre de uno de los vehículos y uno de ellos le disparó por varias ocasiones. Luego huyeron.

Policías investigadores levantaron evidencias y confirmaron que el afectado recibió seis disparos en la cabeza y el pecho con una pistola calibre nueve milímetros.

Luego se verificó que tenía 30 años e historial delictivo desde 2016. La Policía presume que este caso se trataría de un ajuste de cuentas por expendio de droga. Este es el segundo asesinato que se registra en el sector en este año.

Gonzalo Vásquez caminaba ayer cerca del lugar donde ocurrió el crimen y en el que todavía había rastros de sangre. Con temor señalaba que la víctima no era del sector y reclamó que esa zona se ha vuelto peligrosa por las noches.

Recordó que hace una semana, unos delincuentes se metieron a la casa de una vecina para robarle sus cosas. Desde ese día, él y otros moradores realizan rondas de seguridad para evitar ser víctimas de algún delito. Salen con palos y antorchas para alejar a los choros.