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Maniatado, sin camisa y con cinco tiros en el cuerpo
Cadáver fue hallado en Playa de Ojivo del cantón Babahoyo. Unos jóvenes lo descubrieron cuando iban a un afluente
“En cualquier momento he de morir. Por favor, cuida de mi familia”. Este era un pedido que Juan Enrique Abril Crespo, de 36 años, le hacía frecuentemente a un pariente durante las conversaciones que mantenían.
La noche del lunes 2 de agosto se cumplió la tan anunciada tragedia, cuando la vida de Abril terminó a consecuencia de cinco impactos de arma de fuego.
El crimen del hombre, conocido como ‘Cementerio’, ocurrió en el sector Playa de Ojivo, de la parroquia La Unión del cantón Babahoyo, en Los Ríos. El cadáver fue hallado por unos jóvenes que se dirigían a un afluente, al interior de una finca de árboles maderables.
Pasadas las 19:00, la policía arribó hasta el sitio de la escena violenta. Ahí divisaron el cuerpo del hombre boca abajo, maniatado y sin camisa.
Por la posición, los agentes presumen que los verdugos primero lo torturaron y después le dispararon en la cabeza, un hombro, un brazo y glúteos. Acto seguido se sustrajeron la motocicleta en la que andaba y el resto de sus pertenencias, menos un reloj inteligente que sirvió para que los gendarmes puedan avisar a sus deudos.
Apenas recibió la noticia, Paola Vite Carpio, esposa del difunto, entró en desesperación y le pidió llorando a su arrendatario que acudiera a la morgue de Babahoyo a verificar si se trataba de su marido. También llamó a su progenitora y hermana para que hicieran lo mismo, porque ella no podía dejar a sus hijos solos en casa.
Ya en la morgue, Gloria Vite Sánchez, progenitora de Paola, le rogaba al cielo que se tratara de una confusión y que su yerno no sea esa persona que los agentes ingresaron.
Sin embargo, su llanto desgarrador se escuchó con fuerza en los exteriores del anfiteatro cuando comprobaron que el difunto era Juan Enrique.
Las mujeres se consolaban mutuamente, mientras los agentes de la Dinased recopilaban datos del fallecido, quien fue visto con vida hasta el lunes en la mañana.
Un pariente cercano reveló que hace cuatro meses Juan abrió una lavadora de colchones, pero antes trabajó como camillero en el hospital del Seguro Social de Quevedo. “No sabemos qué ocurrió, pero él siempre decía que si algo le pasaba, cuidara de sus hijos”, acotó el ciudadano.
Juan aparentemente tenía una vida normal con su esposa y dos hijos. Sin embargo, nadie se explicaba qué hacía en La Unión donde fue encontrado sin vida. La primera hipótesis que se maneja es el robo; sin embargo, los agentes investigan otra posible motivación del hecho por la forma en que hallaron el cadáver.