La emergencia no ha pasado en la parroquia Olmedo del cantón Cayambe, ubicado al norte de Quito. Sus pobladores aún intentan salvar sus electrodomésticos y demás enseres. En la parte central del poblado se pueden ver los muebles y colchones al sol, que al fin salió después de tres días. 

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Algunos, como Martha Albacura, todavía no saben cómo recuperarse de esta tragedia que afectó a más de 40 familias. “Perdimos tres hectáreas de sembríos de cebada y una de avena. De otro terreno de maíz se logró salvar algo”, contó.

La lluvia de la tarde del 7 de marzo tomó por sorpresa a todos los comuneros, puesto que no recuerdan que haya caído tanta agua antes, ni con tanta fuerza. “Esto parecía un diluvio. La desgracia solo se puede comparar con el terremoto que viví cuando tenía seis años”, recordó Martha, de 55 años ahora.

Ella reside en el centro de la parroquia, pero sus sembríos estaban en las afueras, cerca de los canales de riego. “Yo ya estaba endeudada desde antes de la pandemia. Con esto no sé cómo me voy a recuperar”, lamentó. De los sembríos preveía cosechar unos 200 quintales de cebada esta semana.

Canales de riego colapsaron

La zona dedicada a la agricultura tiene tres sistemas de riego: Pumamaqui, Obando y San Pablo Urco. Todos colapsaron ante las fuertes lluvias, según Geovanny Chiluiza, coordinador de mantenimiento de la Prefectura de Pichincha.

Incluso los trabajos de limpieza se retrasaron debido al mal tiempo. Sin embargo, se realizó una megaminga entre comuneros y funcionarios de la Prefectura, para recuperar algo del adoquinado de algunas calles del centro de Olmedo, sobre todo de la vía que conecta con la comunidad de Pesillo, que también sufrió los embates del temporal.

Desde el viernes continúan las intervenciones entre las más de 40 familias que resultaron afectadas. “Se entregaron colchones, frazadas, kits de alimentos para los pobladores. Se activaron dos albergues que poco a poco se fueron desocupando a medida que las familias podían volver a sus casas”, precisó.

Se quedaron sin nada

Martha Marcolimba cargaba a su nieto sobre su espalda. “El quiere bajarse a gatear, pero todo está lleno de lodo. No se puede”, comentó. Ella y su familia tuvieron que evacuar su casa por dos noches, porque todo se llenó de agua. El lodo llegó por lo menos al metro de altura. “Los bomberos nos han dicho que no prendamos los electrodomésticos unos cuatro días, para ver si funcionan”, manifestó.

Con el lodazal se fueron las reservas de víveres que tenía la familia. Por ahora han podido alimentarse con donaciones de las entidades públicas. Se quedaron con lo que llevaban puesto, ya que no alcanzaron a salvar ni su ropa. “También estamos con ropa regalada y unas cobijas que nos dieron”.

Chiluiza agregó que la Prefectura activó varias ayudas, como la psicológica y médica. En las evaluaciones se ha determinado que por lo menos 42 hectáreas de terrenos agrícolas y ganaderos fueron arrasadas por el lodo. Y que murieron decenas de animales, como vacas y cuyes. El domingo, la maquinaria de la Prefectura ayudó a sepultar a los animales que perecieron durante el fin de semana.

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