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Enigmas: ¡Duende 'tóxico'!
Sin falta, cada noche aparecía para llevarse sus golosinas. Experto explica que la criatura se enamoró de él y se puso celoso
No dejó ningún rastro. El que se había convertido en el pana de Luis Zambrano, de 32 años, un supuesto duende (seres elementales de la naturaleza), no regresó a visitarlo en su habitación desde que empezó a vivir con su esposa Katerine Mendieta. Al parecer, ¡se puso celoso!
Su casa está ubicada en un barrio de la periferia de Chone, provincia de Manabí; un lugar que está rodeado de vegetación, debido a que cultiva vegetales, y por donde rara vez las personas caminan por las noches. Es desolado y solo transitan vehículos pequeños por la estrecha calle.
Luis recuerda que su ‘relación’ con ese ser empezó en noviembre de 2013. Aproximadamente a las 02:00, escuchó ruidos, como si se tratara de un roedor, sobre una mesa que estaba colocada al lado de la ventana de su cuarto, la cual colinda con el patio, donde tiene el terreno para sembrar las verduras.
Pensó que se trataría de un animal, por aquello, sin pensarlo dos veces, se levantó de su cama y entre la oscuridad vio a un ser pequeño, de unos 30 centímetros de altura y que portaba un sombrero grande, pero al tratar de abrir la ventana huyó rápidamente. Era un duende, recuerda.
“Estaba sobre un recipiente de caramelos que siempre dejo en el mismo lugar. Me pude dar cuenta que todo fue real porque el duende dejó unos caramelos abiertos, me imagino que se los estaba comiendo porque tenían unas pequeñas mordidas. Apenas corrió vi su silueta y se le cayeron algunos caramelos”, contó.
Asombrado por la escena, Luis prefirió guardar la mesa y la fuente de caramelos. Durante el transcurso de un mes no volvió a escuchar los ruidos extraños, pero quería saber por qué la criatura lo ‘visitó’.
“Se me metió en la cabeza ponerle una trampa. Apareció en la primera noche que le volví a dejar la ventana abierta y puse la mesa con los caramelos. Creo que él se dio cuenta de que lo estaba esperando porque se quedó afuera del cuarto y solo estiró su brazo para sacar los caramelos. Intenté atraparlo, pero cuando me acercaba desaparecía”, aseguró.
TODAS LAS NOCHES
Nunca pudo agarrar al elfo porque era astuto y se quedaba escondido detrás de las cosas. Solo veía su sombra. Hasta 2019, que empezó a vivir con su esposa Katerine, el ser lo visitó sin falta cada noche para llevarse sus golosinas preferidas: chocolates y caramelos de miel. Pero, tras aquel evento, su ‘tóxico’ nunca más lo visitó.
“Era como una amistad, porque nunca me hizo daño. Cuando vivía solo venía todas las noches, pero desde que vino mi esposa no regresó. Sentía que llegaba porque sonaban las envolturas. Le sigo dejando sus golosinas, pero siempre amanecen intactas. No sé qué le pasó. Podría decir que hasta lo llegué a extrañar”, manifestó entre risas.