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¡Amarrada y apuñalada en el norte de Quito!
El hijo de la víctima fue quien la encontró sin vida. Tenía la ropa desgarrada y su pantalón estaba a un lado. No hay detenidos.
Cuando el cadáver de Eugenia Arteaga fue hallado, tenía la ropa desgarrada y el pantalón estaba a un lado. Con esa información, la Policía aún no ha podido confirmar si la víctima fue violada.
Su hijo fue quien la encontró en el bosque Carretas, ubicado en el norte de la capital.
El joven contó a los agentes que Arteaga había salido a caminar el jueves –como todos los días– a las 10:00, con su perrito castellano, de 8 años. Pero no volvió.
Entonces, el muchacho salió a buscarla por los senderos del bosque. Cuando iba hacia un lugar que colinda con la avenida Simón Bolívar, vio al can amarrado a un árbol.
Cerca de este había un bulto de ropa. Él identificó que ahí estaba uno de los zapatos de su progenitora. Al levantar algunas prendas se encontró con el cuerpo de su madre boca abajo. ¡Qué impresión! El joven, desesperado, intentó reanimarla sin obtener resultados. Luego llamó al ECU-911.
El paramédico que atendió a la víctima confirmó su deceso. Añadió que tenía dos heridas en el cuello y a la altura de las costillas, provocadas por algún objeto con filo.
Personal de la Dirección Nacional de Muertes Violentas (Dinased) y de Criminalística llegó al lugar para levantar evidencias y halló una tijera con manchas de sangre, con la que, al parecer, le habrían apuñalado a Arteaga.
Y según la declaración del hijo, a la señora, de 43 años, le habían amarrado las manos con el cordón de su zapato.
Operativo
César Zapata, comandante de la capital, presume que los atacantes habrían sido personas en situación de calle que utilizan los matorrales para construir sus ‘escondites’. “La mujer estaba en un lugar donde había colchonetas, pipas de droga y ropa”.
La Policía desplegó varias unidades para buscar a los responsables. Hasta el cierre de esta edición no los hallaron.
Isabel Cañamar, moradora del sector, se asustó cuando vio a más de 20 uniformados entre la maleza. Supo lo que pasó y casi llora. Juró no volver a caminar por el bosque.