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Manuel Uquillas: "Los récords no cambian de dueño"
Goleador histórico de juegos entre Barcelona y Emelec añora la fiesta que se vivía en las gradas y analiza que los Clásicos de su época eran mejores
Para quienes no tienen referencias de Manuel Uquillas, el histórico goleador de Barcelona y máximo anotador en los Clásicos del Astillero contra Emelec con 11 tantos, el Matador era en la década de los 90 lo que Robert Lewandowski o Erling Haaland son hoy en día en el área rival: un nueve clásico. Con él, el gol estaba asegurado.
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No le gusta el figureteo. Habla poco, pero genera mucho, así como era en su época de profesional. Ahora trabaja en silencio con jóvenes futbolistas y prefiere eso a ir al estadio. Sin embargo, no ha dejado de disfrutar de los partidos importantes, así como de los duelos entre los equipos del Astillero.
¿Qué significado tienen sus 11 goles en los Clásicos?
Los goles en los Clásicos siempre son importantes para las estadísticas. Hablo en relación a la posición en la que jugaba, especialmente porque se los anoté al rival de patio, que es Emelec. Eso siempre es bueno. Pero hay algo que siempre resalto: la labor del equipo. Lo que hacíamos en esa época, con buenos compañeros y abastecedores, me permitió llegar a esa cifra. Yo estaba para darle el toque final, pero había un equipo que luchaba para no perder las pelotas.
¿Los Clásicos actuales son mejores?
Los nuestros eran mejores. En esa época, todavía se permitía la hinchada de ambas partes, lo que hacía que el entorno fuera mucho más emotivo. Los estadios estaban repletos y cada uno gritaba por su institución. Claro, dejando de lado los aspectos negativos, porque hubo muchos enfrentamientos (entre hinchas) y por eso se suspendieron las barras visitantes. A nivel futbolístico, nuestros Clásicos fueron mucho más emotivos.
¿Los Clásicos de ahora son más ‘amistosos’ que antes?
En el fútbol, los partidos no pueden ser amistosos si son oficiales del campeonato. Creo que cada quien defiende lo suyo. Ahora, con la ayuda de la tecnología, el VAR (Video Assistant Referee) ha cambiado la situación. Ya no tiene la misma connotación que antes, cuando el árbitro pitaba un gol y, si había algún error, quedaba así. Ahora se pueden revisar las jugadas. Creo que ha cambiado mucho la emotividad en el fútbol. A veces hay que esperar cierto tiempo para celebrar un gol, lo que le quita un poco de ‘salsa’, aunque también ayuda.
¿Si los dos equipos llegan en horas bajas, qué puede ayudar a subir el ánimo?
Lo único que puede subir el ánimo es enfrentarse al rival de patio. Si tienes a la hinchada resentida, es la mejor manera de reivindicarte con ellos: es ganar o ganar. Eso aplica para los dos equipos, porque les sirve a ambos ganar. Ojo, si Emelec gana, sería el partido del año, porque también está en horas bajas, y lo mismo se puede decir de Barcelona.
¿Será disparejo?
Por plantilla, se puede decir que es disparejo. La nómina de Barcelona es superior a la de Emelec, que no ha contratado este año. Pero en la cancha son 11 contra 11. Nadie puede confiarse; Emelec ha mostrado muchas ganas y puede complicar. Mientras tanto, Barcelona tiene más plantilla.
¿Influirá en Barcelona que su arquero no tenga mucha experiencia en estos duelos?
Víctor Mendoza no venía jugando, pero no influye porque ha tenido partidos seguidos. Creo que esta es su oportunidad. Ojo, el arquero no es el único que define el partido; son 11 los que tienen que estar atentos a todo.
¿Un Clásico inolvidable?
Eso es objeto de debate. Para los hinchas, el gol más importante fue el 29 de agosto de 1990, que no se olvida en el Monumental por los cuartos de final de la Libertadores. Carlos Luis Morales tapó un penal a Carlos Russo y yo, de cabeza, marqué el gol del triunfo a los 32 minutos, lo que nos llevó a semifinales. Y para mí, una vez que hice tres goles en un partido, eso fue una locura en el Monumental. Ese partido fue inolvidable.
¿Los 9 se han borrado de los Clásicos?
La verdad es que soy poco dado a hablar de mí, pero tengo el reconocimiento de la gente. Cuando salgo a la calle, me doy cuenta de que lo que hice con Barcelona no fue cualquier cosa. Me consideran una leyenda del equipo, y lo bueno es que he dejado una marca e historia en el club. Lo mejor es que la gente recuerda mi manera de jugar. La gente de antes sabe lo que hicimos, y los de ahora lo saben por la historia que les cuentan sus padres y abuelos. Hay que darle gracias a Dios por eso.
Con los años su récord se vuelve difícil de superar.
Hay un detalle: en mis tiempos, los jugadores se mantenían varios años en un mismo equipo. Lo que logré en Barcelona fue gracias a mis 9 años allí. Ahora es diferente; los chicos sobresalen y se venden a otros equipos, así que pocos se quedan por mucho tiempo. Por eso los récords no cambian de dueño.
¿Para usted, cuál es el récord más importante: 5 campeonatos, goles en los Clásicos o ser el tercer goleador histórico?
Lo más importante para mí no son los récords personales. Lo mejor son los cinco campeonatos, por la gente que estaba en el equipo, por los seres humanos que nos quedamos en el corazón de los hinchas. Eso no tiene precio.