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¡El Everest, conquista inolvidable para la ecuatoriana Carla Pérez!

Es una de las 8 mujeres en haber conquistado la cima del coloso sin oxígeno. Es la única latinoamericana en tener ese mérito.

Imagen Everest subida 2

Cerca de 10.000 personas han ascendido hasta los 8.848 metros del más grande coloso del mundo: el Everest. Solo el 2 % ha logrado hacerlo sin oxígeno. Y de ese pequeño porcentaje, apenas 8 son mujeres. Una de ellas, la ecuatoriana Carla Pérez, quien el pasado 23 de mayo cumplió 4 años de haber llegado a lo más alto de esa montaña.

La alpinista ecuatoriana logró llegar a la cima exactamente a las 11:00 de la mañana del 23 de mayo de 2016 (hora de Nepal). De ese entonces han pasado ya 3 años y su logro sigue siendo reconocido, porque hasta ahora es la única mujer latinoamericana en alcanzar la cima de ese coloso sin oxígeno embotellado.

A la fecha esta hazaña solo la han logrado 8 mujeres de todo el mundo (hay otra en lista, pero no hay certeza técnica de su llegada). Pérez fue la sexta; la séptima llegó el mismo día que ella, dos horas después. La última en haber logrado el ascenso sin oxígeno artificial, en días pasados, ha sido la francesa Elisabeth Revol.

Según revela el portal web rt.com en una crónica, hay una gran historia detrás del ascenso de Pérez, que fue plasmado en su documental ‘Apología del Everest’. “Un camino que no fue fácil, un sueño de casi 20 años, dedos a punto de ser cortados, frustración y depresión por no lograrlo a la primera y la joven montañista que decidió, sí, decidió, no rendirse”, señala en su nota.

‘Te van a cortar las manos si no bajas’

Las palabras de aliento que recibió de su novio a cien metros de la cima del monte Everest fueron las que motivaron a la andinista Carla Pérez a coronar por primera vez la montaña más alta del mundo el pasado 23 de mayo, según rememoró Diario EXTRA en una nota especial con la deportista.

El cansancio y las pocas fuerzas que tuvo para cumplir su meta y convertirse en la primera mujer latinoamericana y sexta en el mundo en llegar a 8.848 metros sin oxígeno, quedaron a un lado cuando escuchó a Esteban Mena, quien fue su compañero de equipo durante la expedición.

“Le dije que faltaba poco y que hasta la montaña estaba de nuestro lado. Debía coronar la cima y no rendirse, no debía desmotivarse, tenía que dejar todo en la expedición”, explicaba Esteban ante la atenta mirada de su novia.

Ya en 2013 Carla había tenido un primer acercamiento con la cima. No pudo culminar la meta. Un mal equipamiento y sufrir síntomas de hipotermia en sus manos la dejaron a 250 metros de su objetivo. Tenía congeladas las manos congeladas debido a los 30 kilómetros de viento con -30 grados centígrados de temperatura (sensación térmica de -60 grados) y la falta de oxígeno. Solo vio hacia arriba y con el dolor de su alma, dio vuelta hacia atrás.

Su novio Estaban siguió y allí, en la cima, plantó parte de Carla: un mechón que ella le había dado para que ofrende a la montaña. Quería que parte de su cuerpo esté en la cima al momento de coronar. Ella regresaría luego completa.

Y así fue. Luego de intensas jornadas, durante 65 días, llegó a la cumbre. El ‘ataque’ a la cima empezó a las 10 de la noche del 22 de mayo y llegó a las 11 de la mañana (hora de Nepal) a la cumbre de ese 23 de mayo de 2016.

“Estuve 20 minutitos, 20 minutos hermosos” en la cima, cuenta. Fue, según su relato, un momento “súper introspectivo, súper así hacia adentro, mucha paz, mucha gratitud, ‘full gratitud’ con la vida, con todo lo aprendido, creo que más que la cumbre misma era todo ese proceso de haber fracasado, no haber llegado, bajar, soñar por más de 20 años en algo, dejarlo todo, era esa sensación muy plena”.

¿Subir sin oxígeno?

Muchos profesionales de la medicina y de la ciencia asumieron que intentar el ascenso sin oxígeno embotellado era suicida hasta el año 1978, cuando Reinhold Messner y Peter Habeler lo hicieron, relata el portal culturademontana.org.ar. Messner más tarde escribió que se sentía como “nada más que un solo pulmón jadeante y estrecho, flotando sobre las nieblas y cumbres” durante su desesperado intento de llegar a la parte superior.

“Incluso si lo estás usando en la altitud extrema, no se puede obtener suficiente oxígeno para sentirse bien o estar completamente seguro”, dijo Peter Hackett, fundador del Instituto de Medicina de Altitud en Telluride, Colorado. “Sin oxígeno, el cuerpo se está muriendo poco a poco “.

Esa marcada falta de oxígeno, llamada hipoxia, provoca una cascada de efectos físicos, dijo Hackett. Aumenta el ritmo respiratorio. Las tareas físicas se vuelven más difíciles porque los músculos necesitan del oxígeno para respirar y todo requiere mucho esfuerzo.

El apetito se ve disminuido y la comida no se absorbe de manera eficiente. El déficit de calorías resultante empeora la fatiga. Los escaladores se sienten muy cansados como para derretir la nieve para obtener el agua que evite la deshidratación.

La sangre se espesa porque el cuerpo produce más glóbulos rojos para transportar el oxígeno. La congelación es mucho más probable porque el cuerpo desvía la sangre rica en oxígeno hacia su núcleo y lejos de las extremidades. Dormir es difícil porque llega menos oxígeno a los centros del sueño del cerebro. La falta de sueño y la falta de oxígeno se combinan para afectar el pensamiento y se nubla el juicio.

Las personas pueden tener alucinaciones, o tomar riesgos que no deberían, o simplemente llegar a estar demasiado cansados y, sentarse y no levantarse nunca más. Y todo eso es lo que ocurre con las personas que en realidad no se enferman.