Lo amarraron a un poste, le quitaron la ropa hasta dejarlo solo en bóxer, le lanzaron baldes de agua, le cayeron a golpes y le ortigaron.

Moradores de San Luis de Chillogallo, en el sur de Quito, atraparon a un presunto delincuente y le dieron una paliza luego de que este le habría robado el celular al empleado de un restaurante.

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Paola Riofrío contó que la mañana del 24 de junio, el afectado estaba sentado afuera del local utilizando el teléfono y, de repente, un sujeto que iba de copiloto en una motocicleta se bajó, le arranchó el artefacto e intentó huir.

Sin embargo, el joven corrió detrás de la moto, atrapó al que iba detrás y fue arrastrado varios metros hasta que lo arrojó al suelo. El otro escapó. Los moradores que presenciaron el hecho ayudaron a la víctima a retener al supuesto ladrón y le dieron duro. Le hicieron ‘la ley de la ortiga’ hasta entregarlo a la Policía.

El sospechoso, de 37 años, fue llevado ante las autoridades y lo procesaron por el delito de robo. No le dieron prisión preventiva, pero tendrá que presentarse todos los lunes y miércoles hasta el 12 de julio, donde se resolverá su situación en una audiencia de juicio directo.

A 30 pasos de donde le arrancharon el celular al joven hay una Unidad de Policía Comunitaria, pero en esta no asoma ningún uniformado. Según los moradores, este lugar está vacío desde que se declaró el estado de emergencia por el conflicto armado interno provocado por la inseguridad que se vive en el país, “dicen que tienen miedo que les hagan un atentado”, mencionó Riofrío.

La empleada de una tienda del sector contó que la madrugada del lunes y del jueves de la semana pasada le robaron su local. Los delincuentes rompieron las ventanas, se metieron y se sacaron lo que podían. En total le ‘bajaron’ cerca de 500 dólares en víveres.

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La afectada contó que los hechos quedaron grabados en una cámara de seguridad y aseguró que reconocieron a los pillos quienes, al parecer, serían del mismo sector. Según la trabajadora, cuando les dieron los datos de los choros a la Policía, le habrían dicho que necesitaban el número de cédula.

El restaurante en el que trabaja Riofrío también ha sufrido robos. El año pasado, los ladrones se metieron al local por la madrugada y se llevaron dinero. Hace tres meses volvieron a ingresar, y al ver que no había plata se ‘bajaron’ las ollas y los utensilios con los que preparan los encebollados.

El mes pasado, un policía que vive en el sector fue atacado a bala por unos sujetos, quienes serían expendedores de estupefacientes. Ellos quedaron libres, luego de que la figura legal por la que eran investigados cambió de tentativa de asesinato a lesiones.

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